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Actualizado: 5 de octubre de 2025
Formámonos así una idea tan exacta como triste de la anarquía de los siglos medios, que destrozó á todos los pueblos de Europa, y á España más que á los restantes de ella, de las usurpaciones, barbarie y ferocidad de los potentados; de la época, en fin, deplorable, en que las leyes eran demasiado débiles para proteger al inocente, y en que hasta la justicia se vió forzada á revestirse de formas despóticas, y de aquí también el agradable contraste que en este fondo sombrío nos ofrecen los rasgos aislados de rectitud y grandeza de alma, y las escenas rústicamente sencillas é infantiles, que traza el poeta cediendo á la fecundidad singular de su ingenio.
Por otra parte, la testigo no es una campesina, sino una hija de la ciudad de Vorones. Bueno, obedezco, señor presidente; por más que las hijas de las ciudades tienen también sus pequeñas alegrías sencillas... El caso es que la señora Karaulova lleva en su corazón un ideal de verdadera cristiana.
Jacobo retrocedió un paso sorprendido, y la puertecilla se volvió a cerrar, y tornó a desaparecer la mano, oyéndose una voz pausada que decía en el fondo de aquellas tinieblas: Dispense usted... Creí que venía a confesarse... Sublevóse el impío orgullo de Jacobo ante aquellas sencillas palabras y contestó brutalmente: Eso se queda para las viejas...
A fin de decir, sin emplear muchas, algo digno de esta mujer, sería necesario, aunque fuese en grado ínfimo, poseer una sombra siquiera de aquella inspiración que la agitaba y que movía al escribir su mente y su mano; un asomo de aquel estro celestial de que las sencillas hermanas, sus compañeras, daban testimonio, diciendo que la veían con grande, y hermoso resplandor en la cara, conforme estaba escribiendo, y que la mano la llevaba tan ligera que parecía imposible que naturalmente pudiera escribir con tanta velocidad, y que estaba tan embebida en ello que, aun cuando hiciesen ruido por allí, nunca por eso lo dejaba ni decía la estorbasen.
Pero cuando más desesperanzados estaban, he aquí que Consuelo, aquella niña aturdida y resuelta que hacía poco se había encaramado en un árbol, habla al oído a una compañera y luego se adelanta y dice, con espanto de sus compañeras: Yo me subo. Ayúdenme ustedes. Un grito de entusiasmo acogió estas sencillas palabras.
Farsa burda era aquella en que la Briguela no dejaba de sacar provecho, pues que siempre tenía quien la regalase, por tal de oirla. El año 1690 parece que vino á unirse con Catalina otra mujer que también andaba en esto del pacto con el demonio, y no es cosa de relatar los estragos que en algunas almas sencillas hicieron con sus malas artes y con sus abominaciones.
Sus orillas cubiertas de una vegetacion tan lujosa como activa, están habitadas por una nacion muy notable; tales son los Guarayos, que realizan en América, por su franca hospitalidad y por sus costumbres sencillas y enteramente primitivas, el poético ensueño de la edad de oro.
La reputación que gozaba en este punto era tal, que no podía abrir la boca sin que sonrieran los circunstantes y tratasen de dar un giro malintencionado a sus palabras, por claras y sencillas que fuesen.
Entonces leímos juntas las cartas, una tras otra, y, en cada una de ellas, en cada una de las frases sencillas y desmañadas, aparecía el corazón afectuoso de Roberto, su corazón de oro; arrojaba en nuestras almas abrumadas por el dolor una llamarada ardiente que nos consolaba y nos devolvía la alegría.
Convénzase usted, tía, que es porque no les conoce; los viejos serán todo lo que usted quiera, pero los hijos son diferentes. Susana y Angelita eran las muchachas más bonitas de Buenos Aires, sin exageración; en Palermo no se veía nada mejor. Luego, con una educación de primera, amables, sencillas... Siguió ensartando alabanzas, hasta que la señora se impacientó.
Palabra del Dia
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