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Actualizado: 3 de mayo de 2025
No sabe nada de lo que a mí me interesa... No sabe nada de nada, por otra parte... Me extraña mucho que pueda usted hablar con ella más de diez minutos. Pues yo la encuentro encantadora... y rara. Rara, ciertamente, pues ese tipo no se encuentra más que en las selvas vírgenes o en las estepas de Bretaña. Que es encantadora... me lo ha dicho usted varias veces...
Porque, aunque suele decirse que por las selvas y campos se hallan pastores de voces estremadas, más son encarecimientos de poetas que verdades; y más, cuando advirtieron que lo que oían cantar eran versos, no de rústicos ganaderos, sino de discretos cortesanos. Y confirmó esta verdad haber sido los versos que oyeron éstos: ¿Quién menoscaba mis bienes? Desdenes. Y ¿quién aumenta mis duelos?
Durante años había contemplado las instituciones humanas, y todo lo establecido por la religión ó las leyes, desde un punto de vista que le era peculiar; criticándolo todo con tan poca reverencia como la que experimentaría el indio de las selvas por la toga judicial, la picota, el cadalso, ó la iglesia. Tanto su destino como los acontecimientos de su vida habían tendido á hacer libre su espíritu.
Se había convenido entre los dos que el Antiguo Mundo, con sus ciudades populosas, les ofrecería mejor abrigo y mayor oportunidad, para pasar inadvertidos que no las selvas mismas de la Nueva Inglaterra ó de toda la América, con sus alternativas de una que otra choza de indios ó las pocas ciudades de europeos, escasamente pobladas, esparcidas aquí y allí á lo largo de las costas.
Eran entrambos bien jóvenes, como ya hemos dicho Hans de diez y seis años y Cornelio de veinte ; pero el capitán Van-Stael podía estar seguro de su valor, porque acostumbrados a andar por las espesas selvas de Timor persiguiendo animales salvajes, y a navegar por los peligrosos mares de las Molucas, eran hombres para todo.
En medio de las inmensas y sombrías selvas que separan las vastas provincias de Chiquitos y de Moxos, y en un espacioso recinto, que se halla indicado en nuestros mejores mapas como desconocido, corre un rio tambien ignorado aunque navegable: este rio es el San-Miguel.
En este santuario floreció el mártir S. Cristóbal, discípulo del grande Eulogio. En lo interior de la Sierra, en un sitio llamado Fraga, entre agrios montes y enmarañadas selvas, junto al lugarcillo Leiulense, distante de Córdoba poco mas de seis leguas, habia un monasterio consagrado á los mártires S. Justo y Pastor, del cual bajó el jóven Leovigildo, natural de Granada, á padecer martirio.
Pero voy á decir dos palabras acerca de las impresiones que sentí en las orillas pintorescas del Ródano, porque es indecible el consuelo que mi alma experimenta al hablar del campo. El campo es el santuario de la naturaleza, el templo de Dios. En la Provenza experimentamos lo que sentimos en las playas de Génova, en las cercanías de Roma, en los campos de Nápoles, en las selvas de Andalucía.
La noche nos sorprendió jadeantes, empapados en sudor, pero alegres y triunfantes después de dos horas de esfuerzos; y á poco rato el canto melancólico de todos los marineros, hiriendo el eco de las selvas, nos dió una nueva impresion. A las diez de la noche el puente del vapor tenia un aspecto singular.
La fiera había nacido para ser libre: tenía derecho á la vida de las selvas, sin obstáculo alguno, como en su primera edad, «Goza de tu libertad, pobre pantera», decía abriendo la jaula. Y el animal, al salir de un salto, mostraba su agradecimiento al libertador haciendo uso de su fuerza, abatiéndole de una zarpada, desgarrándole el pecho con los colmillos.
Palabra del Dia
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