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Actualizado: 10 de junio de 2025
Septiembre, 1910. Padre de la Armonía, fuente de gracias líricas, que en piafantes corceles exploras el azur: detén el nervioso ímpetu de tus fuertes bridones ante el himno que reza por tí la Juventud. Te amamos, padre Apolo, por tu tirso de rosas, por tus bellos pegasos, por tu carro de luz, porque tienes la lira, y la flauta y el pífano, la siringa, el salterio, el sistro y el laud.
Keleffy, que discernía la suma de verdadero afecto mezclada en aquella fiesta de la curiosidad y sentía desde su llegada a América como si constantemente estuviesen encendidos en su alma dos grandes ojos negros; Keleffy a quien fue dulce no hallar casa, donde sus últimos dolores, vaciados en sus romanzas y nocturnos, no hubiesen encontrado manos tiernas y amigas, que se las devolvían a sus propios oídos como atenuados y en camino de consuelo, porque «en Europa se toca decía Keleffy , pero aquí se acaricia el piano»; Keleffy, que no notaba desacuerdo entre el casto modo con que quería él su magnífico arte, y aquella fiesta discreta y generosa, en que se sentía el concurso como penetrado de respeto, en la esfera inquieta y deleitosa de lo extraordinario; Keleffy, aunque de una manera apesarada y melancólica, y más de quien se aleja que de quien llega, tocó en el piano de madera negra, que bajo sus manos parecía a veces salterio, flauta a veces, y a veces órgano, algunas de sus delicadas composiciones, no aquellas en que se hubiera dicho que el mar subía en montes y caía roto en cristales, o que braceaba un hombre con un toro, y le hendía el testuz, y le doblaba las piernas, y lo echaba por tierra, sino aquellas otras flexibles fantasías que, a tener color, hubieran sido pálidas, y a ser cosas visibles, hubiesen parecido un paisaje de crepúsculo.
Escucha la plegaria del poeta que a cantar se atrevió tu gran Misterio, que antes cantara el arpa del profeta, del ángel el salterio... Mas disculpa, Señora, mi osadía si me atreví a llegar a tu grandeza. ¡Qué madre no perdona una flaqueza...! ¡Perdona, Madre mía! Hijo de españoles, nació en la Habana el 6 de Marzo de 1874.
7 Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento músico, todos los pueblos, naciones, y lenguas, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado. 9 Hablando y diciendo al rey Nabucodonosor: rey, para siempre vive.
8 Despierta, oh gloria mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana. 9 Te alabaré en los pueblos, oh Señor; cantaré de ti en las naciones. Por ventura oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de Adán? 3 Se extrañaron los impíos desde la matriz; erraron desde el vientre, hablando mentira.
Y cuando en noche obscura se envuelva el cementerio y sólo, sólo muertos queden velando allí, no turbes su reposo, no turbes el misterio: tal vez acordes oigas de cítara o salterio: soy yo, querida patria; yo que te canto a tí.
18 Y aun hasta la vejez y las canas; oh Dios, no me desampares; hasta que denuncie tu brazo a la posteridad; tus valentías a todos los que han de venir. 21 Aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme. 22 Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, oh Dios mío; tu verdad cantaré yo a ti en el arpa, oh Santo de Israel.
Palabra del Dia
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