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Actualizado: 1 de junio de 2025
Los muertos se quedan inmóviles al borde de la vida, espiando a las nuevas generaciones, haciéndolas sentir la autoridad del pasado con un rudo tirón en su alma cada vez que intentan apartarse del sendero marcado por la rutina. ¡Qué tiranía la suya! ¡Qué poder sin límites!
Ni debemos tampoco olvidar á los capitanes de las goletas que traen madera de las posesiones inglesas de la América del Norte; marinos de rudo aspecto, sin la viveza del yankee, pero que contribuyen con una suma no despreciable á mantener el decadente comercio de Salem.
Algunos hombres venían á unirse al público rudo, enardecidos por un sentimiento en el que se mezclaban la admiración y el deseo. Los mismos que habían mirado con indiferencia á la niña de la estancia de Rojas por parecerles un muchacho, se entusiasmaban viendo pasar á caballo, con falda de amazona, á la marquesa de Torrebianca. Eso es una mujer... ¡Vaya unas curvas!
Parece que todos sabemos lo que es la unidad, pues con ella construimos el edificio de nuestros conocimientos aritméticos. Todos sabemos cuándo una cosa es una, sin que nos equivoquemos jamás sobre el significado de la palabra. En esto no hay diferencia entre el sabio y el rudo.
No encuentra nada que decir, y, dirigiéndose a Juan, que está vuelto de espaldas, con la cabeza apoyada en el montante de la puerta, de pie a la entrada del emparrado: ¿Por qué cantabais cosas tan tristes? le dice en tono rudo. Yo mismo me sentía... no sé cómo, cuando empezasteis; y ella... ella no es más que una mujer.
Podía leer el castellano en las obras clásicas, pero no se atrevía á hablarlo. ¡Ah, España! ¡País de nobles tradiciones!... Y como si necesitase dar relieve á estos elogios con un rudo contraste, torció el gesto, hasta tomar una expresión colérica.
En verdad que el uno es despejado y el otro encogido, que el uno parece penetrante y el otro torpe; que el uno es instruido y el otro rudo; pero ¿de qué sirven ni ese despejo, ni esa aparente penetracion, ni esa instruccion para el efecto de que se trata?
Acaso el tomo cayera en manos de un hombre zafio y rudo. ¡Vaya usted a saber si un escribano, un comerciante, un militarote, tendrán sensibilidad para apreciar la candorosa impaciencia de Cloe en Las Pastorales, de Longo, o la exquisita voluptuosidad que hace palpitar el corazón de la Sulamita en el divino Cantar de los Cantares!
Y mientras él se alejaba, en la esquina de la Catedral aparecía, el honrado y pacífico míster Robert, en busca de su tranvía, el de la luz roja; el día ha sido malo, el trabajo rudo y piensa con delicia en el hogar, donde va a encontrar el descanso del cuerpo y del espíritu. Pasa la luz verde, la azul, la anaranjada, pero la roja no se columbra todavía.
Vió otra vez sobre una mesa de la biblioteca los mismos periódicos que él acababa de leer, y se explicó el desaliento de su amigo, quebrantado por el vaivén de los sucesos, saltando en el curso de unas pocas horas de la confianza á la desesperación. Era rudo el contraste entre su voz fría y reposada y el crispamiento doloroso de su rostro.
Palabra del Dia
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