Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de junio de 2025


En el verano puede pasar este país; ¡pero en el invierno! Don Rosendo, Alvaro Peña y don Rufo, inundados de felicidad y gratitud, se ruborizaban, rechazaban aquellos elogios, como si fuesen dirigidos a ellos. El Duque siguió hablando como si no hubiese escuchado siquiera sus exclamaciones. Es más abrupto que el de las Provincias, los tonos más pronunciados.

El título fué uno de los puntos en que mejor se mostró el gallardo ingenio e invención de don Rosendo. Intitulólo El Faro de Sarrió, nombre altamente expresivo y sonoro, y de alcance singular, por cuanto no otra cosa se proponía su fundador que esclarecer a su pueblo y darle esplendor. Secretamente encargó a Madrid un grabado para la cabeza del periódico.

Unas, veces se decía que estaba detenido en Lancia: telegrama a Lancia reclamándolo. Otras, que no había pasado de Valladolid: telegrama a Valladolid. Otras, que no había salido de Madrid: telegrama a Madrid. Don Rosendo juró en esta ocasión que no encargaría más papel a Madrid, y lo haría traer de Bélgica.

Pasaba la mañana leyendo en la cama: las tardes y las noches en el café discutiendo a gritos lo que había leído por la mañana. Los vecinos no le querían; pero respetaban mucho su ilustración y talento. ¿Quién ha pedido la palabra? preguntó don Rosendo. Suárez... Sinforoso Suárez dijo el joven inclinando su busto sobre la barandilla. Usted la tiene, señor Suárez.

Por fin el hombre notable de Sarrió, el portaestandarte de todos los progresos, el ilustre patricio don Rosendo Belinchón, alzó su busto majestuoso por encima de la mesa. Estos fueron los gritos que salieron de la muchedumbre, aunque nadie había osado mover un dedo siquiera. Tal era el afán de escuchar la palabra presidencial.

Después de tomar chocolate, partieron los novios para Tejada. Era ésta un posesión situada a una legua próximamente de la villa, donde el genio de don Rosendo, secundado por el dinero, había tenido ocasión de desenvolverse libremente y dar prodigiosos frutos.

Los párrafos de don Rosendo eran siempre nutridos como el anterior.

En casa del rico, como en la del menestral, jamás faltaba un bien abastecido palillero, testimonio indiscutible de la refinada cultura de sus habitantes. Señaló don Rosendo un diván a su hijo en ciernes, y éste, asustado, dejóse caer en él hundiéndole profundamente.

Contenía un artículo de fondo impreso en letra grande del doce, titulado Nuestros propósitos. Aunque estaba firmado por La Redacción, era debido únicamente a la pluma de don Rosendo.

Don Rosendo, al cabo de otro rato, alzó el sable... Villar, instantáneamente dió otro brinco verdaderamente sobrenatural, que sobrepujó en mucho al primero. Creyeron que salía de la quinta. Los testigos se miraron todavía con mayor asombro. La pelea duró, en esta forma, más de media hora. Durante ella, don Rosendo gritó una vez: ¡Alto! ¿Qué hay? preguntaron los testigos acercándose.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando