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Yo solicité de la señora condesa que me consiguiese una beca en el arzobispado de Toledo; pero después me vi obligado a servir al rey, y salí de la corte. Este joven añadió doña María nos acompañará algunas noches, robando tal cual rato a sus estudios religiosos y a las meditaciones místicas que le traen tan absorbido.

Al presente están divididos en dos facciones, la una discurre hacia el lago de los Xarayes, por espacio de doscientas leguas; la otra hacia la ciudad de la Asunción, cautivando gente y robando las haciendas y cuanto les viene á las manos, y muchas veces se coligan con los Guaycurús en daño de los españoles.

Don Dionisio Oliveros leyó un largo epitalamio en tercetos, que pudo escribir, según confesó, robando a duras penas algunos momentos a sus abrumadoras tareas poéticas, entre el tercero y el cuarto acto de un drama.

Divididos en dos columnas, marchaba una contra la tropa de cristianos que había salido a su encuentro, mientras la otra, dando un rodeo, penetraba en la población, cautivando doncellas y mancebos, robando las iglesias, matando a los sacerdotes. Los cristianos sentían la incertidumbre de su situación.

Los dos, después de nacer, fueron enviados á escondidas á Casimiro; pero el buque que los llevaba naufragó en las costas de Toscana, robando Argante á la niña, y amamantando una leona al varón. Después de esta aclaración, Leonido ofrece su mano á Arminda; el príncipe de Rusia hace lo mismo con Marfisa, y Mitilene se casa con el príncipe de Suavia.

En el segundo acto encontramos á los dos en un paraje agreste y montañoso, en donde llevan vida de salteadores, matando y robando á los caminantes, y cometiendo hasta con placer todo linaje de crímenes. Entre los viajeros, que caen en sus manos, se cuentan el padre de Lisarda y su hermana Leonarda.

El amor á su hijo y el patriotismo eran dos sentimientos profundos que, enlazados y confundidos, ocupaban todo su corazón. Bozmediano, hijo, que es el que más conocemos, era un joven de excelentes prendas; pero tenía un defecto que la edad disculpaba. Era tan aficionado á las muchachas, que el galantearlas entretenía la mayor parte de su vida, robando tal vez á la patria grandes servicios.

Volviéronla a la presencia del lastimado padre; preguntáronle su desgracia; confesó sin apremio que Vicente de la Roca la había engañado, y debajo de su palabra de ser su esposo la persuadió que dejase la casa de su padre; que él la llevaría a la más rica y más viciosa ciudad que había en todo el universo mundo, que era Nápoles; y que ella, mal advertida y peor engañada, le había creído; y, robando a su padre, se le entregó la misma noche que había faltado; y que él la llevó a un áspero monte, y la encerró en aquella cueva donde la habían hallado.

Y lo has dicho con tanto aplomo y firmeza como si hablases de un timador a quien hubieses visto robando la cartera a un transeunte. ¿Y si resultase que no hay tal timador ni tal robo, sino dos amigos, y que uno, del todo libre y con la mejor voluntad, le da la cartera al otro? ¿No se te ha ocurrido esto?

Si le hubiera conocido lejos de aquí, aproximados por las circunstancias, como en aquella noche de la inundación, no digo que no. ¿Pero aquí?... Serán escrúpulos de los que puede usted reírse, pero me parece que amándole, cometería un delito; algo así como si entrase en una casa y agradeciera la hospitalidad robando un objeto.