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Actualizado: 10 de septiembre de 2025
La niña, instintivamente, llega un día en que deja de fijar su mirada en las inmóviles formas del cartón, lo mismo que la mariposa llega un momento en que rompe su cárcel de seda y extiende su vuelo revoloteando donde hay luz y perfumes.
Lo que tan hermoso se le antojó disperso y revoloteando en los cielos de su fantasía, entre manos profanas no era más que un puñado de cosas descoloradas y deformes. Le faltaba el arte con que vestirlas para que fueran la expresión exacta de lo concebido en la mente, y esto no era ser poeta.
Alejo la contemplaba todos los días, y por un singular efecto de imaginación, estaba viéndola después toda la noche, despierto y en sueños: si escribía, en el fondo del tintero; si meditaba, revoloteando como espectro de mariposa alrededor de la macilenta luz que hacía veces de astro en el paraíso del estudiante.
Les vi varias veces cuando regresaban, ella cargada con un ramo de lilas, el velo un poco echado atrás, cual si sacrificara la compostura a la libertad de la vida campestre, el rostro algo encendido por la agitación del paseo y la vehemencia del discurso; él cargado con otro ramo suplementario, hecho un pollastro, con diez años quitados por ensalmo de encima de su cuerpo; los niños, revoloteando ora delante, ora detrás, ensuciándose de tierra y azotándose con varitas, sacudiendo los árboles tiernos y saltando las acequias salidas de madre.
Los primeros murciélagos descendían de las bóvedas, revoloteando entre el bosque de columnas. La música eclesiástica dijo el artista es una verdadera anarquía. En la Iglesia todo es anárquico. Crea usted que de la unidad del culto católico en toda la tierra hay mucho que decir. El cristianismo, al formarse como religión, no inventó ni una mala melopea.
Por fin, cuando ya anochecía el tercero y mientras yo entristecido por su ausencia, pues había salido aquella tarde, contemplaba su habitación desierta, vi desprenderse de sus rosales una hoja que empujada por el viento cayó revoloteando hasta la calle. La manzana que a Newton le cayó en la nariz, fue para el sabio una revelación de la gravitación universal.
Y surgió, también revoloteando en amplia elipsis, hasta perderse en la sombra, otro murciélago... Era el espíritu de Calvino. El fraile dijo: «Exi, Luthere!» Y un tercero y último murciélago surgió, revoloteando en amplia elipsis, hasta perderse en la sombra... Era el espíritu de Lutero. Entonces la reina se arrodilló otra vez, volviendo en sí.
El dapo mariposa es de lo más fantástico que puede verse: es de largas y flexibles ramas, oscilando en cada una de ellas cientos de menuditas flores completamente blancas. Cuando el viento mueve las ramas y las miles de florecillas tiemblan bajo sus flexibles tallos, se asemejan á una bandada de blancas mariposas, revoloteando alrededor de un canastillo de verdura.
Las abejas, los zánganos, las mariposas y tantos insectos alados sin nombre que las chupan al calor del sol, se complacen revoloteando en el ambiente perfumado de la cañada, llena de vida, de movimiento y de zumbidos.
Las moscas, revoloteando en la atmósfera de luz, brillaban como movibles chispas de oro; los tejados destacaban sus agudos contornos sobre el espacio azul y límpido.
Palabra del Dia
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