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Miles de duros apostarían ellos contra las pesetas que pudieran ofrecer aquellos rurales de Guipúzcoa, que vivían del miserable cultivo de la tierra. Y en sus reuniones nocturnas acordaban los detalles de la apuesta, con arreglo á lo convenido por cartas y hasta por mensajeros, con los lejanos enemigos. El próximo domingo sería la lucha en la plaza mayor de Azpeitia.

Saturado de este sentimiento de vanidad, aconsejaba a María Teresa arreglos en su toilette que consideraba propios para hacerla valer, y escogía para acompañarla, las reuniones y los sitios donde más atraían la atención. En fin, en todos sus actos aparecía el deseo de formar con ella el grupo que la gente contempla y admira.

Y siguiendo el relato De aquellas expansiones Que enaltecen patrióticas reuniones, Donde el ameno trato De jóvenes diplómatas noveles Para la Patria conquistó laureles; He de nombrar la femenil belleza, Ornada de modestas galanuras De filipina alteza, Con sus alegres castas timideces, Conjunto de hermosuras Mezcladas con ingenuas altiveces.

A Ernesto le da por la aristocracia. Sólo me habló de si eran o no eran conocidas las personas que asistieron a las diversas fiestas dadas este invierno. La calidad de las gentes que concurren a las reuniones constituye su preocupación. El hombre es de un aristocratismo completamente empingorotado. Parece que hubiera nacido en medio de la corte de la casa de Austria.

Dio conciertos, menudeó las reuniones de confianza, y de vez en cuando, en ciertas solemnidades, organizó grandes bailes de etiqueta. Con esto recobró su perdida energía, aquella graciosa y simpática movilidad que la caracterizaba; volvió la sonrisa a sus ojos, la frase aguda a sus labios. Nadie supo jamás honrar con más amabilidad y más gracia a sus tertulianos.

La vida en Rio Janeiro, mas cara que en ninguna capital de Europa, es muy poco agradable. El espíritu de sociabilidad, léjos de irse desarrollando, no parece sino que se recoje: faltan las reuniones, los bailes, los clubs, las recepciones, todos los medios, en fin, que se conocen en Europa para verse, conocerse, hablar, discutir.

Pepita imitaba la estratagema inocente de muchas de sus compañeras cuando no querían asistir á las reuniones de las Hijas de María. En el salón del colegio había un gran cuadro con los nombres de las congregantas y al lado de cada uno de ellos, un cordoncito azul con una pequeña bola de marfil.

Contra esto no hay arma eficaz, á no ser el arma de un regicida. No podemos asegurar si en aquellas reuniones se trató de poner en práctica el artículo de la Constitución; idea que después, con gran escándalo de Europa, se realizó en las Cortes de Sevilla del año 23. Volvamos á nuestro cuento.

Con esta conversación llegaron á la calle de la Gorguera y á la casa de doña Leoncia; subieron al cuarto del poeta, que era el punto designado para las reuniones preparatorias del naciente club. Conoceremos el cuarto del poeta con el nombre de La Fontanilla, calificación oficial con que le designaron aquellos jóvenes.

El deseo de beber los licores fermentados, preparados de antemano para las fiestas religiosas á que asistian los vecinos y toda la aldea, motivaba casi siempre sus reuniones, que tenian lugar en un recinto comun, reservado para el caso.