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Pero Golfín no decía nada concreto, sus palabras eran: Contractibilidad de la pupila... retina sensible... algo de estado pigmentario... nervios llenos de vida. Pero el fenómeno sublime, el hecho, el hecho irrecusable, la visión, ¿dónde estaba? A su tiempo se sabrá dijo Teodoro, empezando la delicada operación del vendaje . Paciencia.

La mosca tiene la retina tallada en millares de facetas, con que ve lo externo reproducido en millares de imágenes.

Los hijos, si no hay quien por caridá los recoja á las puertas del Muelle por la noche, allí se la pasan á la timperie.... Bien yo, tiña, quién los quita el hambre y los da abrigo muchas veces; pero uno no puede estar en todas partes, ni ellos acuden á uno siempre que debieran.... Porque, retiña, la verdá es que se han hecho ya á la bribia; y por el carís que traen, van á hacer buena á su madre.

Enterándose de los antecedentes del caso, calificó el mal de congestión retiniana. «De la retina apoyó Cándida . Eso pasa. Pronto recobrará la vista; pero ese trabajo de los pelos, amiguito, delo usted por terminado». Si yo lo decía, si yo lo anunciaba exclamó briosamente la Bringas, reanimada con las esperanzas que daba el médico . ¿Y ahora...?

La pequeñez de ciertos insectos no permite que su imágen se pinte en nuestra retina de una manera sensible; pero las leyes á que está sometida la luz hacen que por medio de un vidrio se pueda modificar la direccion de sus rayos de la manera conveniente, para que salidos de un objeto muy pequeño se hallen desparramados al llegar á la retina, y formen allí una imágen de gran tamaño; y así no será naturalmente imposible que con la ayuda del microscopio, lo imperceptible á la simple vista se nos presente con dimensiones grandes.

Cuando la mujer da en torcerse como la tuya, mucho palo; si con él no sale á flote, ó échala á pique de una vez, ó cuélgate de una gavia. ¡Si le digo á usté, hombre de Dios, que la he solfeao too el cuerpo á leña..... Pues ahórcate entonces, y déjame en paz y en gracia de Dios tejer estas mallas, que por no perder la paciencia no me he querido casar yo, ¡tiña, retiña!

Indica más civilización; pero para el que todavía conserva en la retina el recuerdo del mar antiguo, pare ése, la confusión moderna es un espectáculo lamentable.

Sus ojos parpadearon con instantánea ceguera antes de habituarse á la penumbra de los verdosos corredores... Y cuando las primeras imágenes fueron marcándose vagamente en su retina, casi hizo un paso atrás, á impulsos de la sorpresa.

Aquí y en Francia han sío siempre ciento diez y tres, ciento trece, ¡retiña! ; pero como esos tres son duros, y tres duros son sesenta riales, será la cuenta ciento diez, y sesenta, ciento setenta. ¿Y cuántos duros hacen? Media onza es lo mesmo que ciento sesenta riales, y éstos son ciento setenta; conque son, media onza y medio duro ... ocho duros y medio.

Juan no supo contestar, porque tampoco él sabía de dónde diablos salían las chufas. Valencia se aproximaba ya. En el vagón entraron algunas personas; pero los esposos no dejaron la ventanilla. A ratos se veía el mar, tan azul, tan azul, que la retina padecía el engaño de ver verde el cielo.