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Actualizado: 7 de septiembre de 2025


La familia había logrado que nadie conociera tan singulares circunstancias, atribuyéndolas a locura, y sin sospechar en aquellas visiones su identidad con los éxtasis celestes de las bienaventuradas. Adriana tocaba como reliquias algunos objetos que le pertenecieran; así un crucifijo, pendiente de un pesado rosario de oro viejo.

Sobre las dos gradas que formaban el presbiterio había, a la izquierda del retablo, una especie de armario de cristales, embutido en la pared, donde se guardaban reliquias: allí se dirigió Currita, mandando a Germán que abriese la puerta.

El Ilustrísimo Obispo de Menorca Severo en la Epístola citada asegura que después de muchas y estupendas maravillas que obró el Señor por la intercesión del Ilustre Proto Mártir San Esteban, cuyas reliquias había dejado el gran Orosio de vuelta de Jerusalén, para España, se había hecho la mayor de abrir los ojos a la voluntaria ceguedad de quinientas cuarenta almas en aquella Isla, con tanto fervor y desengaño de su caduca ley que ellos mismos arrancaban los cimientos de su sinagoga, y contribuyendo en la fábrica de una nueva Iglesia con sus expensas; en sus propios hombros llevaban gozosos las piedras para el sagrado edificio.

Juzgo que no es nacion numerosa, pues no bajan con sus canoas al rio Paraguay. Los portugueses, que navegan por Xarayes desde Cuyabá á Mattogroso, dijeron que en algunas arboledas que hay, en los anegadizos de Xarayes, se dejaban ver algunos indios, aunque pocos. No saben de que nacion sean. Pueden ser algunas reliquias de los Xarayes.

Comprendiose que se referían a la reina, hacia quien tendía sus manos escuálidas, entre amenazadoras y suplicantes... ¡Lo mandaban las augustas reliquias del Escorial, para que exorcizara a la princesa que antes fuera hereje!

Los detalles se precisaban con una claridad implacable. ¡Todo había acabado! Aquella indigna traición barría, como una irresistible tormenta, todas sus queridas reliquias del pasado y convertía la llama en cenizas... ¡Todo había acabado!

A pesar de tan calamitosos tiempos halló medio el obispo Salizanes de repartir grandes cantidades de dinero y de trigo, de erigir á Nuestra Señora de la Concepcion una suntuosa capilla, de vestir lujosamente á los niños de coro, de dotar doncellas huérfanas, de instituir aniversarios, de hacer fundaciones pías grandes y costosas, de regalar á su catedral reliquias, cálices, ornamentos, misales, blandones, lámparas y otras alhajas de plata, y de socorrer toda clase de necesidades.

El cojín donde las rodillas de la santa se clavaban por espacio de cuatro horas todas las noches era tan viejo, que su origen se perdía en la obscuridad de los tiempos; su color era indefinible: la lana se salía á prisa por sus grandes roturas. Todas estas reliquias, recuerdo de pasadas glorias, de instituciones, de personas, de días pasados, tenían un aspecto respetable y solemne.

Parecía la cama de una colegiala. Obdulia la contempló largo rato, como si no hubiera visto jamás cosa más sorprendente. En su rostro se notaban los signos de una emoción respetuosa, la que se siente al penetrar en el camarín donde se guardan las reliquias en las catedrales.

No tardó en oirse el prolongado murmullo de todas aquellas preces, dichas con singular recogimiento por arqueros, marinos y hombres de armas tan devotos como valientes. Muchos de ellos sacaron cruces y reliquias que besaron fervientemente, tendidos sobre cubierta y sin mostrarse al enemigo.

Palabra del Dia

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