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Actualizado: 13 de junio de 2025
San Juan era uno de los propietarios del lugar, registrado en los libros del ayuntamiento como otro vecino cualquiera. Tenía dos prados de regadío, bastante buenos, que arrendados á un colono producían una renta anual de doscientos reales, renta que cobraba su mayordomo, llevando en un libro especial una cuenta corriente con el santo.
Veamos el tipo. Bindoy es un fornido muchachote de veinte años, su padre Cabezang Juan y su madre Cabezang María, son dos honrados seres que tienen cuatro cavanes de regadío, quinientos, cocos, algunas vacas y dos carabaos aradores que labran la tierra, en la que se levanta el hogar donde nació Bindoy.
Ambos derivan del radical gad cuya forma más antigua ugad, existe tambien en ibanag y significa «sementera alta». Esta raiz, seguida del sufijo an, quiere decir «lugar de la sementera alta» como payaw vimos que quería decir «sementera baja ó de regadío.» Los habitantes del gaddan, llamados hoy así con este nombre de lugar, se conocieron en lo antiguo por el nombre propio de personas, que es yogad formado con el prefijo i cuyo significado conocemos y el radical ugad igual á gad que hemos examinado.
Si vuesa merced no se enfada, en mi próximo viaje a la corte...» y dejaba caer en el oído del soldado alguna deslumbradora promesa. Movíase la conversación, casi siempre, en derredor de los temas que él decantaba. Tenía el orgullo de la verbosidad. Dirigirle una pregunta era como abrir una compuerta de regadío.
El sol radiante, que brilla en el cielo despejado y dora el aire diáfano, hace más espléndida la escena. Increíble multitud de pájaros la anima y alegra con sus trinos y gorjeos. En Andalucía, huyendo de la tierra de secano, buscando el agua y la sombra, se refugian las aves en estos oásis de regadío, donde hay frescura y tupidas enramadas.
Pero en ese terreno cunde mejor la avellana que en el nuestro. Estoy en fe que tu padre no apañó menos este año de diez ó doce cargas. Diga usted quince, tío Lalo, y dirá la verdad replicó el chico sonriendo triunfalmente. ¡Lo ves tú! El tío Lalo se puso á loar las tierras de secano por lo mismo que las suyas eran de regadio.
Por indicación del seminarista, muy versado en estos asuntos, bajaron al lagar de don Pedro, situado en el fondo del valle, a unos trescientos pasos del pueblo. Era un edificio rústico, que por un lado miraba a la pomarada y por otro a un vasto campo de regadío, en el cual, por ser el único sitio llano y despejado que había cerca, celebrábase la romería, con permiso de su propietario.
Los más audaces se atreven a dedicarlo a la compra de los valores públicos, y los gobiernos continúan el despilfarro, seguros de que encontrarán siempre quienes les presten y ensalzando este crédito como una manifestación de la prosperidad del país. Hay en España dos millones de hectáreas de tierra sin cultivar, veintiséis millones de secano y sólo un millón de regadío.
Palabra del Dia
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