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Surgió, con este motivo, una guerra entre el Brasil y la república Argentina, que terminó por el tratado del 27 de agosto de 1828, por el cual las dos naciones reconocieron la independencia del Uruguay, como había sido declarada en 1825. Un congreso constitucional se reunió en el mes de noviembre siguiente y nombró al general Rondeau gobernador provisional.

Todas las baterías francesas habían abierto el fuego. La montaña tronaba incesantemente: se sucedían los rugidos de los proyectiles; el horizonte, todavía silencioso, se iba erizando de negras columnas salomónicas. Los dos reconocieron que se estaba muy bien en este refugio, semejante á un palco de teatro... Alguien tocó en un hombro á Lacour.

Los periódicos republicanos, orleanistas y bonapartistas que me acusaban de reaccionario, acogieron mis declaraciones con entusiasmo, y M. Lainé y M. Royer Collard reconocieron en ellas a su discípulo.

, volveremos... Pero que lo laven... ¡pobre niño! Debe de estar en un martirio horrible con ese emplasto en la cara. Di, tontín, ¿quieres que te laven? El Pituso dijo que con la cabeza. Su aflicción crecía, y poco le faltaba para romper a llorar. Todas las vecinas reconocieron la necesidad de lavarle; pero unas no tenían agua y otras no querían gastarla en tal objeto.

Bautista y Zalacaín pasaron la travesía metidos en un camarote pequeño dando tumbos. Al amanecer, el piloto vió hacia el cabo de Machichaco un barco que le pareció de guerra, y forzando la marcha entró en Zumaya. Varias compañías carlistas salieron al puerto dispuestas a comenzar el fuego, pero cuando reconocieron el barco francés se tranquilizaron.

A estas ochenta leguas reconocieron que la madre del río no era tan honda que pudiese navegar por él el barco sin peligro manifiesto de encallar; por lo cual determinó el P. Patiño pasar en los botes con el hermano Niebla tres españoles y treinta y cuatro indios á registrar lo restante hasta conseguir el fin de su empresa, dejando en el ínterin en el barco al Padre Lucas Rodríguez, al donado y á la demás gente para que aguardasen.

Anduvieron hácia una y otra parte, y reconocieron que allí se acababa la bahia, y allí fenecía el grande y fabuloso rio de San Julian, su gran laguna y el rio de la Campana, tan mentados y decantados en los mapas, especialmente de los extrangeros; quedando harto maravillados de que con tanta confianza se cuenten tales fábulas, y se impriman sin temor de ser cogidos en la mentira.

Me encontraba en Moxos, blanco de mis afanes, y á la mañana siguiente, despues de una ausencia de cuarenta dias, volvi á ver la capital de la provincia, donde apénas me reconocieron, tal era la alteracion que los trabajos habian causado en mi semblante.

Al cabo llegaron a un ancho espacio, casi despejado de árboles, y en cuyo centro se alzaba un grande edificio de extraña arquitectura, palacio, fortaleza o tal vez abandonado asilo de anacoretas penitentes. Los peregrinos le visitaron y reconocieron, hallando que en él no vivía nadie.

Mesía recordó con tristeza, mezclada de remordimiento, la noche en que aquella mujer saltaba por un balcón, llena de fe y enamorada. Por una esquina de la calle, del lado de la catedral, apareció una señora que los del balcón reconocieron al momento. Era la Regenta. Venía de negro, de mantilla; la acompañaba Petra, su doncella. Pronto estuvieron debajo de ellos.