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Actualizado: 19 de junio de 2025


Casi no se le veían más que los ojos, y como estos eran tan bonitos, muchos se le ponían al lado y le pedían permiso para acompañarla, diciéndole mil cuchufletas. Recordó entonces otros tiempos infelices, y la idea de tener que volver a ellos le produjo dolor muy vivo, despejándole la cabeza de las quimeras que se le habían metido en ella.

Para que todas estas coincidencias no le hubiesen advertido desde un principio, para no haber tenido antes un íntimo presentimiento de esa posible paternidad, era necesario haber estado ciego o muy preocupado. Preocupado, efectivamente, estuvo por sus quimeras matrimoniales, por la egoísta infatuación que le había hecho creer en la posibilidad de casarse con la propietaria de Rosalinda.

Siempre que Yurrumendi hablaba de mismo, lo hacía como si se tratara de un extraño, en tercera persona. Así decía: Entonces Yurrumendi comprendió.... Entonces Yurrumendi dijo tal cosa. Parecía que sentía ciertas dudas sobre su personalidad. Yurrumendi tenía una fantasía extraordinaria. Era el inventor más grande de quimeras que he conocido.

Estos tan muchos timidos Romanos, Que buscan de vencer cien mil caminos, Rehuyen de venir mas á las manos Con los pocos valientes Numantinos. O si saliesen sus intentos vanos, Y fuesen sus quimeras desatinos, Y esta pequeña tierra de Numancia, Sacase de su perdida ganancia!

Noto, le dije, al par que caminábamos hácia la Concordia, que la arqueología de usted tiene instintos atroces. Seria menester, amigo mio, que diese usted más humanidad á sus caballerescos antojos. No son antojos caballerescos; son quimeras artísticas. Pues seria menester que tuviese usted quimeras artísticas más amables.

Que todas son ilusiones, Quimeras y fantasias, Agueros y hechicerias, Diabolicas invenciones: No muestres que tienes poca Ciencia en creer desconciertos, Que poco cuidan los muertos De lo que á los vivos toca.

Quien quiera, pues, que, sin pagar, conquista de esta suerte su entrada, prosigue después, por regla general, asistiendo al teatro sin gastar nada. ¡Donoso motivo de suscitar quimeras y privar del premio que merece su trabajo á quienes se afanan en distraerlo! ¿Se creerá, acaso, que el que no paga es por esto más tolerante?

Por una parte, posee en su fuerte cerebro la facultad musical; por otra, la fuerza matemática. Su ensueño está poblado de quimeras y de cifras como la carta de un astrólogo.

Llegó, al fin, y por sus pasos contados, la tan esperada noche de mi exhibición solemne. No conservo en la memoria los detalles minuciosos de aquel acontecimiento, tan señalado en la vida de las mujeres de mi alcurnia y de mis hábitos, porque, como todas las realidades muy soñadas, ésta no me pareció de la magnitud en que me la habían forjado las quimeras de la imaginación.

El Juan Ortiz arriba con presteza Su oficio de justicia gobernaba, Con gran solicitud, y sin pereza, Quimeras nunca oidas inventaba. Aquel haberse visto en gran riqueza, Y verse de ella ageno, le cegaba Su razon de manera, que tropieza Por esto, é hiere siempre de cabeza. No quiere sujetarse á otro consejo; El suyo, dice, que es el mas seguro. Un dia le hallé con sobrecejo, Pregúntole, qué hace?

Palabra del Dia

lanterna

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