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Actualizado: 19 de julio de 2025


Sin meternos en honduras, sin investigar qué es espíritu y qué es materia, cosas ambas en lo sustancial igualmente desconocidas, no queremos ni podemos negar cierta dosis de entendimiento y bastante sensibilidad a los brutos que harto saben dónde y cómo les duele y se quejan y lo deploran a su modo.

Ciertas personas se quejan amargamente si una visita á deshora, ó un ruido inesperado, les cortan, como suele decirse, el hilo del discurso: esas cabezas se parecen á los daguerreótipos, en los cuales el menor movimiento del objeto, ó la interposicion de otro extraño, bastan para echar á perder el retrato ó paisaje.

No qué modo de mirar los objetos tienen esos hombres; se quejan de todo, blasfeman de Dios, calumnian á la humanidad entera, y cuando se elevan á consideraciones filosóficas, llevan el alma por una region de tinieblas, donde no encuentra mas que un caos desesperante. Cuando vuelve de semejantes excursiones, no sabe pronunciar otras palabras que maldicion y crímen.

Se celebran trisagios; se cantan rogativas; pasan por las calles largas procesiones de penitentes, Cristos lacios y sanguinosos, Vírgenes con espadas de plata; las campanas plañen por la mañana, a mediodía, por la noche; brillan misteriosas las luces en las naves sombrías; entran, salen, discurren por las calles devotas con mantillas negras, hombres con capas amplias, que se quejan, que sollozan, que hablan de angustias, que piensan en la muerte.

Sólo quiere ir con los señoritos ricos, y las gentes del barrio y toos los probes de Seviya que eran sus amigos y le ayudaron cuando empezó se quejan de él, y el mejor día le van a armar una bronca en la plaza por desagradesío. Aquí entra el dinero a espuertas y no es fácil contarlo. Ni él mismo sabe nunca lo que tiene; pero yo lo veo too.

Hay veces que distingo personas sin cabeza; otras, al contrario, les veo la cara con todas sus facciones, la boca muy abierta y haciendo muecas.... Esos mamarrachos que hay pintados en el biombo se mueven; y cuando crujen las ventanas con el viento, como esta noche, me pongo a cavilar si son almas del otro mundo que se quejan.... ¡Señorita! exclamó dolorosamente Julián . ¡Eso es contra la fe!

Las ciudades se quejan de los tributos, del abuso de los empleos; piensan acusarnos de inteligencias con los ingleses... y la reina... ¡La reina! Se ha propuesto dar con vos en tierra. Sin embargo, yo... he cedido. Habéis cedido tarde... después de haberla insultado. Yo volveré á reducir á su majestad al estado á que estaba reducida. Y yo os ayudaré... yo diré al rey...

Si las señoras de nuestro tiempo se quejan, pues, de la tibieza y hasta de la frialdad de los hombres, atribúyanlas principalmente á la libertad de que gozan, siendo, por tanto, el medio más seguro de inspirar á los enamorados ese ardor fogoso, volver ellas de nuevo á su antigua esclavitud.

Veamos claro; decía lleno de fuego el amigo Quintín, veamos, don Cosme; veamos claro, don Juan: ¿se quejan ustedes de que hay en nuestra tierra muchos jóvenes holgazanes? Pues voy a explicar la causa de todo eso. ¡En dos palabras! ¡En dos palabras! No; en dos palabras no; pero veré de explicarlo brevemente.

14 de septiembre. ¡Cuántas gentes que se quejan de la monotonía de la naturaleza, que no ven más que cuadros estériles y fastidiosos, que piensan que con una ojeada pueden verlo todo y abarcarlo todo y que no deberían quejarse más que de la imperfección de sus facultades, de la pobreza de su imaginación y de sus sentidos!

Palabra del Dia

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