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Pero si va usted a coger una pulmonía.... Múdese usted.... Ahí habrá ropa.... No hubo modo de convencerle. Despídame usted de la Marquesa. En una carrera estoy en mi casa.... Y dejó el Vivero, no tan a escape como él hubiera querido, sino a un trote falso que poco a poco se fue convirtiendo en un paso menos que regular.

Indignáronse mucho las damas, y Carmen Tagle exclamó lastimeramente: ¡Y tanta apoplejía vacante!... ¡Tanta pulmonía desperdiciada!...

En ausencia de la duquesa, una idea singularmente brillante y afilada se había hecho presente, con viva luz y penetrante dolor, en el alma de Felicita. «Anselmo ha atrapado la pulmonía, o mejor dicho, la pulmonía ha atrapado a Anselmo...», y aquí la imaginación de Felicita se figuraba materialmente la pulmonía como un vampiro o ave nocturna que volaba en la tiniebla, entre lluvia y viento.

Si soplaba el Norte y nevaba, solían deslizarse algunos copos por la claraboya de la lucerna. Al levantarse el telón pensaban los espectadores sensatos en la pulmonía, y algunos de las butacas se embozaban prescindiendo de la buena crianza. Era un axioma vetustense que al teatro había que ir abrigado.

Pues verás, él cayó con la pulmonía en Febrero, y en este entremedio conocí yo al chico con quien hablo... El otro estuvo dos meses muy malito... si se va si no se va. Por fin salió, y en Marzo se fue con su mujer a Valencia. ¿Y qué? Que todavía no habrá vuelto. Paices boba... Esto es un decir.

Proseguía pensando: «La pulmonía ha atrapado a Anselmo cuando iba a Inhiesta en persecución de don Pedrito y Angustias. Si éstos no se escapan, la pulmonía no sorprende a Anselmo. Yo les preparé la escapatoria. Luego yo soy la culpable de la muerte de Anselmo. Yo soy la asesina; yo le he matado a traición. Yo misma.... Debo presentarme al juez. Yo le he matado; , le he matado....»

Desde allí exploraban el terreno, observaban «si alguna se había atrevidoPor fin, cuando las sombras comenzaban a espesarse ya en las copas de los añosos robles, a la hora en que la niebla descendía de las montañas apercibida a fijarse en las narices, en la garganta y en los bronquios del honrado vecindario, todas las bellezas indígenas acudían casi en tropel al espacioso paseo. ¡Qué importaba un catarro, un reuma, ni siquiera una pulmonía, ante la deshonra de presentarse las primeras en el Bombé! ¡Ejemplo notable de fortaleza! ¡Caso portentoso del poder que en los pechos elevados ejerce el respeto de mismo!

Pero en la guerra se vive como se puede y aquí estamos sitiados. Rafael admiraba los hoyuelos que una risa graciosa trazaba en aquellas mejillas; la luminosa dentadura, que parecía temblar en su estuche de rosa. A ver, Cupido; fuera pronto ese traje; no quiero que por pille usted una pulmonía que prive a la ciudad de su principal regocijo.

Una pulmonía, hijo mío, y de las de peligro. Abrías los ojos y no me reconocías: delirabas como un loco. Pero eso se acabó. Te hemos cuidado mucho... Mira quién está aquí.

Tenlo por cierto, y alguno de los coches que se sienten por ahí, créete que es el suyo. No seas tonta... no digas burradas replicó la otra palideciendo . No puede ser... Porque mira , él cayó con la pulmonía en Febrero... Bien enterada estás. Lo por Feliciana, a quien se lo contó, días atrás, un señor que es amigo de Villalonga.