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La ulterior decadencia intelectual de España no nace, pues, de la compresión del pensamiento por los inquisidores. Otras causas tuvo. Su investigación es ardua y prolija. Incurriendo nosotros en la misma falta, que si no censuramos, reparamos en el libro del Sr. Danvila, vamos hablando de todo en estos artículos y a D. Cristóbal de Moura nos le dejamos olvidado. Volvamos a él y recordémosle.

El análisis y prolija crítica de algunas obras aisladas, nos daría, seguramente, una idea incompleta de todo su repertorio, y, por el contrario, si bajo puntos de vista generales tratáramos de muchas producciones suyas, nos expondríamos á no conocerlas en concreto.

Por convenio expreso entre ambos, Miguel había de ir por la mañana a buscar a su tío con la carretela, y desde la fonda irían a esperar a los viajeros. Cuando subió a la fonda a eso de las siete, tío Manolo comenzaba a aderezarse, en cuya grave y prolija ocupación no gustaba de que nadie le turbase.

Era uno la vista fotográfica, prolija y magistralmente iluminada con colores, de un extenso y magnífico salón oriental, lleno de primores y de peregrinas elegancias. En todo se advertían y se admiraban pasmoso lujo asiático y muy acendrado buen gusto. Se diría que era aquello la prodigiosa cámara subterránea, donde encontró Aladino la lámpara del Genio.

Por todas estas consideraciones y por otras que callo, a fin de no hacer muy prolija la digresión, tengo por cierto que nuestra edad, si peca por algo, es por pneumatosis o sobra de espiritualismo. Y sin embargo, se me dirá, en este siglo tan espiritualista, se ama el dinero poco menos que sobre todo. Convengo en que hay este amor, pero no en que no le haya habido siempre, y quizás más vivo.

El joven militar era sin duda poco amante del silencio, y de carácter alegre y comunicativo, porque por el camino comenzó á hablar con singular volubilidad, pareciendo que el obstinado mutismo del viejo estimulaba más su prolija locuacidad.

En los brazos desnudos, casi junto al hombro, tenía la dama brazaletes de oro de prolija y costosa labor; sobre el pecho y en las orejas, collar y zarcillos de esmeraldas; y sendas ajorcas, por el estilo de los brazaletes, en las gargantas de sus pequeños pies, calzados por coturnos de seda roja. Lazos de idéntica seda adornaban la falda y el corpiño y ceñían el airoso talle.

Las criadas de las bandejas pasaron de nuevo recogiendo las tacillas vacías, y rogando á los señores que tomasen otra de otro almíbar, como en efecto la tomaron muchos. La historia, prolija en este punto, cuenta que los almíbares eran de nueces verdes, de cabellos de ángel, de tomate y de hoja de azahar. Hubo también arrope de melocotón.

Bástanos, pues, apuntar á continuación las comedias, cuya fecha ó año en que se escribieron consta con alguna seguridad; entre ellas insertaremos aquéllas, de las cuales sólo se puede decir que no han sido escritas después de los años que se indican; y, por último, formaremos un catálogo de algunas, sobre las cuales no existe dato alguno cronológico, y cuya aparición sólo podría determinarse en virtud de una crítica particular y hasta prolija.

Había en toda la amplitud del paisaje notas de aurora y tonos de indefinibles melancolías crepusculares... El break había transpuesto la última tranquera y realizaba la más breve de las etapas entre la prolija observación del ganado, cuyos ejemplares lo seguían con la vista, como reconociéndolo. Ya estamos, muchachos: aquéllas son las casas.