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Actualizado: 12 de junio de 2025
Acaso por no ser él su autor, como opina el señor Menéndez y Pelayo, quien observa la profunda desemejanza del estilo de esta primorosa novela con el de las demás piezas de prosa del Inventario.
La habían colocado como maestra en una de las principales escuelas y prometían ayudarla en la realización de todas las innovaciones que proyectaba. Algunas solteronas feas y de carácter agriado torcían el gesto ante el entusiasmo pedagógico de los hombres. ¡Claro!... ¡La Gringuita es tan primorosa!... Martínez figuraba entre los protectores de la maestra.
Encima un cielo purísimo y soberbio de luz y de belleza; y en el fondo del cuadro, hácia todos los lados de Valencia, la llanura mas primorosa del mundo la opulenta y renombrada Huerta de donde se exhalan los ricos perfumes del azahar, el jazmin y la rosa, de entre bosques interminables de naranjos ó limoneros que proyectan su oscuro follaje sobre campos de espigas, de simétricas moreras y viñedos, como sobre entables de caña dulce y plantaciones de algodon.
Enlució las paredes, las enjalbegó, aplanó el suelo y le cubrió después con una primorosa estera de palma, que al efecto tejió, encargando a la tía María el sencillo ajuar correspondiente.
Gracias á esta conducta, que pasa de hábil y raya en primorosa, D. Casimiro no había sido despedido; sus amores con Nicolasa habían sido como aurora, como amanecer poético de un día, que no llegó por haberse interpuesto el compromiso con Clarita.
Descubrió ufana su almohadilla alzando un pañizuelo que velaba parte de labor terminada ya, y viose una afiligranada crestería, un alicatado de hilo, donde el menudo dibujo se desplegaba en estrellitas microscópicas, en finos rombos, en exquisitos rectángulos, todo ello unido con arte y gracia formando primorosa orla. Amparo aprobó. Está muy bonito dijo.
Al fin se movió doña Ramona para alejar un poco más la fotografía; y, sin dejar de contemplarla, exclamó con un entusiasmo que no era de esperar en ella: ¡Dios mío, qué criatura más angelical! ¡De verdad es primorosa! dijo don Santiago cogiendo la tarjeta y acercándose al balcón para examinar el retrato más a su gusto.
Al fin, cuando ya estaba cerca de la puerta, volvióse repentinamente y sacó del fondo del manguito una primorosa carterita, que le presentó, mirándole al mismo tiempo fijamente a la cara. Los ojos del joven, después de posarse en la cartera con ávida expresión de gozo, chocaron con los de su amada.
Palabra del Dia
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