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Actualizado: 19 de julio de 2025
Pero el caso más gracioso es el del Japón, al que los misioneros europeos trataban de convertir al cristianismo, pretendiendo que de él procedía la superioridad de las naciones occidentales, y que, en vez de eso, se convirtió él solo, en cuarenta años al liberalismo, declinando el ofrecimiento gratuito de las ciencias sagradas y de los instrumentos mágicos del Occidente, las biblias, los catecismos y las vidas de santos, las imágenes, las reliquias y los escapularios milagrosos para llevarse, en lugar de ellos, las ciencias profanas y los instrumentos mecánicos, y sobre la higiene y la despreocupación de la muerte, que ya tenía, implantó las escuelas, los laboratorios, los ferrocarriles, los vapores, los correos y telégrafos, compró acorazados, fabricó sabios, pólvora, cañones y fusiles a la europea, y derrotó a la santa Rusia por agua y por tierra, con milagros y todo.
Y volvió á leer la carta palabra por palabra, sílaba por sílaba, letra por letra; la devoró con una mirada hambrienta, como pretendiendo traslucir el misterio que bajo aquellas letras se revolvía, grave, misterioso, aterrador, y volvió á arrugar con cólera la carta entre sus manos. De tiempo en tiempo consultaba con impaciencia la muestra de un enorme reloj de pared.
Entre mis muchas aventuras tampoco me ha faltado la de toparme de manos á boca con bergantes que encubrían sus traidores designios pretendiendo ser mensajeros de Su Alteza, insistió el señor de Morel. Veamos qué credenciales os abonan. ¡Á la fuerza, entonces! gritó el jinete echando mano á la espada. Si sois caballero, dijo el barón, continuaremos nuestra entrevista aquí mismo.
¡Sí, sí! exclamó ; esta es la puerta de mi aposento, y no hay nadie en él, y luego este papel sellado; ¡Dios mío! El cocinero mayor se agarró con entrambas manos la cabeza, como pretendiendo que no se le escapara, y de repente dió á correr y se entró en la cocina. Oficiales, galopines y pícaros, hablaban en corros. De repente, una voz desesperada, horrible, llamó la atención de todos.
Mi padre está aquí en la Corte pretendiendo un cargo, y ya está consultado, y tiene casi ciertas esperanzas de salir con él. Y con ser de la calidad y nobleza que os he referido, y de la que casi se os debe ya de ir trasluciendo, con todo eso, quisiera ser un gran señor para levantar a mi grandeza la humildad de Preciosa, haciéndola mi igual y mi señora.
Se acabó de hacer la aguada, leña y sementeras: despaché al Cacique Negro con sus indios, habiéndole regalado aguardiente, harina, bizcocho y porotos, quedándome listo para por la mañana emprender mi viage al Rio Negro. Al anochecer vino á bordo el Cacique Negro, pretendiendo con fuertes instancias una carta para el Exmo.
Palabra del Dia
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