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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Formóse, sin embargo, un partido de sabios y semisabios con el propósito de contrariar al drama español, y cuyo desagrado al observar el desprecio con que se miraban sus preceptos, se desahogó en invectivas contra todo el teatro nacional.
También con una diferencia, Melchor. ¿Cuál? Que esos tipos dan, si acaso, un buen consejo cada cien años, mientras que en un buen texto de moral encuentras cien preceptos por página. La razón está en que esos tratadistas son acopiadores de máximas que reeditan modernizándolas, mientras que nadie se ocupa en coleccionar las que a millares circulan entre nuestra gente de pueblo. ¡A millares!...
Pero esto no quiere decir que su obra ha de ser docente, sino que no debe ser perversa ni indecente. Harto bien se nota que los preceptos de moral aplicados al arte nada tienen de exclusivos: no implican la relación entre la moral y la estética. Son los mismos preceptos que se impone toda persona bien educada cuando va de visita, de tertulia ó de paseo.
Comercian continuamente con las ciudades confinantes, y como más fácilmente se pegan los vicios de los malos á los buenos que las virtudes de los buenos á los malos y viciosos, al ver á unos ocupados en sacar el dinero de los paisanos, á otros darse sin freno á los deleites de la carne, y en algunos, aunque pocos, tan muerta la fé que no hacen escrúpulo de faltar á los Divinos preceptos, y en mostrar menos reverencia á los misterios de la Iglesia, no es fácil decir cuánto crédito gana con ellos lo malo, y cuánto odio y desprecio cobran, así á las personas como á la religión que profesan.
En este modo no puede el hombre, ni debe amar, ni abrazar semejantes objetos, sino conformándose con la Ley divina, y con sus sacrosantos Mandamientos y preceptos; y esto es lo que dicta la razon, porque con ella alcanzamos, que de todas las cosas sensibles no podemos debidamente hacer otro uso, que atendiendo al fin que el Criador se ha propuesto, y con respecto ácia la eterna felicidad de los hombres.
Además pronto se dio cuenta de que no eran pocos los sagrados textos que parecían olvidados en derredor de Su Ilustrísima. Preceptos más sanos que aire de monte quedaban sin cumplimiento, o se obedecían por pura fórmula a veces y otras había manifiesta oposición entre lo mandado por autoridades de continuo invocadas, y lo que en la morada episcopal se practicaba. Por de pronto, el Rdo.
Cosa era esta que á un hombre de su edad le pudiera ser muy enfadosa y de mucho empacho; mas el celo de las almas le obligó á volver á la condición y simplicidad de niño para aprender uno por uno los vocablos y significados de aquellas lenguas, y para expresar las voces con los acentos propios de los bárbaros, y no rehusando hacerse discípulo de los mismos infieles, los tomaba por intérpretes para traducir en su idioma los misterios y preceptos de la ley de Dios, procurando después enseñárselos á ellos con trabajo contínuo de meses y años enteros.
Tengo que deciros que sois unos verdaderos fariseos, porque aparentáis cumplir con los preceptos de Nuestro Señor Jesucristo y de Nuestra Santa Madre la Iglesia, y hacéis, me entiende usted, befa de ellos en secreto. Venís a misa, rezáis el rosario, asistís a las procesiones; pero es porque no os cuesta ningún trabajo.
En su Discurso sobre la decadencia del teatro español, en su prólogo á la Talía española, y en muchos artículos de periódicos, demostró con singular talento las falsas ideas anteriores, recomendando con calor el antiguo teatro nacional, y enseñando á los poetas jóvenes la senda que habían de emprender para regenerar su literatura dramática, no ciertamente esclavizados por preceptos absurdos, sino escribiendo con entera libertad.
De todo lo cual resulta que el único naturalista acérrimo y consecuente es Emilio Zola, puesto que sus discípulos apenas merecen ser nombrados. Todo naturalista es realista, si se mantiene fiel a los preceptos de su escuela; pero no todo realista es naturalista.
Palabra del Dia
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