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Actualizado: 16 de noviembre de 2025
Echaremos por estos prados adelante replicó la Nela, metiendo su mano en una de las faltriqueras de la americana del mancebo . ¿A ver qué me has traído hoy? Busca bien y encontrarás algo dijo Pablo riendo. ¡Ah, Madre de Dios!
Imaginaos una llanura siempre verde, limitada en todas direcciones por obscuras montañas y risueños collados. El tono subido de los bosques hace resaltar el tinte alegre de los prados y de los campos de caña sacarina. El Pedregoso, gárrulo y cantante en las quebradas, sesgo y cerúleo en los planíos, corta en dos partes la ciudad.
Algunos gansos que bajaban de los prados al río corrían delante del carruaje lanzando salvajes graznidos. Llegamos a un puente que cruzó el carruaje al paso; después entramos en un largo bulevar en que la oscuridad era completa, y luego el ruido de las herraduras de los caballos, chocando sobre un pavimento más duro, me advirtió que entrábamos en la ciudad.
Humilde albergue mio: líquidos arroyuelos, hijos de estas montañas despeñados: bosque puro i sombrío: claros y hermosos cielos, eternos reyes de estos bellos prados: árboles empinados, plumajes de colores donde toman las flores su alegre primavera: apacible ribera, claro espejo del dia, ya vuelvo á vuestra santa compañía.
Bastan pocos dias para esmaltar los prados de verdura y de flores olorosas, y revestir los árboles con esas hojas de un verde tierno, ó con las flores que las preceden, dando á cada uno de ellos un color vivo y uniforme. Si la campiña, ostentando su bella alfombra, embalsama el aire con los mas suaves perfumes, los bosques presentan otro carácter no ménos halagüeño de belleza y variedad.
Ni comeré hasta entonces, aunque primero sean los caballos de Febo apacentados en aquellos verdes prados, que suelen cuando ha dado fin á su jornada. Sempronio. Dexa, señor, essos rodeos; dexa essas poesías, que no es habla conveniente la que á todos no es comun, la que pocos entienden. Di: aunque se ponga el sol, y sabrán todos lo que dices." Celestina, acto 8.º
En la montañosa, principalmente del lado del Jura, se ven ricos prados naturales, poblados de pastores, ganados, queserías y chalets, y de extensos y espesos bosques de pinos, hayas y abetos explotados para el comercio de maderas.
Vestían el mismo refajo de bayeta verde o encarnada, el mismo justillo sin ballenas, la misma camisa de lienzo gordo, el mismo pañuelo de percal que cuando triscaban allá por los prados y los montes con los vaqueros vecinos.
Contemplaba las laderas de la montaña iluminada como por luces de bengala, y casi entre sueños oía a su lado el murmullo discreto del manantial y de la corriente que se precipitaba a refrescar los prados.
Yo no nací para andar por los prados como las vacas. A mí me gustan las ciudades, los salones, el lujo. Quisiera viajear, como usted dice, por París, por Londres, por Viena. Qué aburrido es Lancia, ¿verdad? ¡Aquellos eternos paseos del Bombé! ¡Aquel campo de San Francisco! ¡Aquella torre de la catedral tan negra y tan triste! Luego siempre las mismas caras.
Palabra del Dia
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