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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Llevé a cabo aquella gigantesca zancada, pero a trueque de temores y de deslumbramientos que no son para descritos; y lo que me asombró más, luego que hube alcanzado el punto de lucidez necesario para comprender a fondo las lecciones de Oliverio fue el resultado de la comparación del valoramiento que ponían en mi mente, con la frialdad del calculismo de aquel que se decía enamorado.

La más antigua, de que tenemos noticia, se organizó en la casa de Hernán Cortés, y fué presidida por él . Las más famosas de la época, y las que más nos interesan, son la Academia imitatoria, que se fundó en Madrid en 1586 ; la de los Nocturnos, que celebró sus sesiones en Valencia en 1591 , y La Academia selvaje, fundada en Madrid en 1612 . Las innumerables referencias que se hacen á otras, prueban que estas corporaciones, de origen extranjero, se extendieron por España casi tanto como en su patria primitiva . De ordinario se ponían bajo la protección de los primeros dignatarios del Estado; sus miembros eran famosos poetas y numerosos aficionados á la poesía, grandes de primera clase y ciudadanos de humilde cuna, siempre que tuviesen las cualidades necesarias.

Había sido siempre tan poquita cosa, que donde le ponían allí se estaba. Voluntad propia, no la tuvo jamás. En ningún tiempo fue preciso ponerle la mano encima, porque un fruncimiento de cejas bastaba para traerle a la obediencia. ¿Qué había pasado en aquel cordero para convertirle en algo así como un leoncillo? La mente de doña Lupe no podía descifrar misterio tan grande.

Pep sonrió levemente al adivinar lo que ocurría, y habló al oído del señor. «Nada: lo de todos los bailes. Había peligro, y los atlots ponían en seguridad sus arreglosEstos «arreglos» eran las pistolas y los cuchillos que llevaban los muchachos como testimonio de ciudadanía.

Sin embargo, al cabo de un rato, observando la impaciencia de su amigo, traducida en vivos movimientos descompasados que hacían rechinar la silla y ponían en peligro inminente la botella del agua y las tazas de café, levantó los ojos hacia él, y una benévola sonrisa de compasión se esparció por su rostro reflexivo.

Fuera como fuera, ellas ponían la moda en el pueblo, y por su nobleza y las arrogantes figuras que ostentaban, disponían de los novios efímeros por manadas.

En otras ocasiones, Morsamor y donna Olimpia ponían por las nubes mil invenciones y descubrimientos recientes, que en sentir de ellos hacían de la época en que vivían la más fecunda e ilustre de todas.

Era naturalmente expansiva, y las circunstancias la ponían en el caso de serlo más aún que de ordinario. «¿Conoce usted a mi padre? preguntó.

Si hablaba así, no era por ella, sino por las niñas, dos hijas suyas, muy monas, por cierto. Las niñas estaban comenzando su carrera teatral, y apenas si ponían en la compañía algo más que sus caras bonitas; pero la madre, entre bastidores, ponía el énfasis. ¡Pobrecitas! decía la buena señora . Hay una que habla algo; pero la otra no dice ni una palabra.

Este anuncio sirvió para que las comadres de la Presa se imaginasen algo nunca visto; y después de la cena empezaron á formarse grupos de curiosos frente á las ventanas iluminadas. Algunas mujeres se ponían una mano junto al oído pura escuchar mejor, imponiendo silencio á las compañeras con sus codazos. Elena, sentada al piano, cantaba romanzas sentimentales mientras iban llegando sus invitados.

Palabra del Dia

rigoleto

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