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Actualizado: 4 de julio de 2025
Y los Alcaparrones pequeños, como si de repente obedeciesen a un rito de su raza, pusiéronse de pie y comenzaron a correr por el cortijo y sus alrededores, dando alaridos y arañándose la cara. ¡Juy! ¡juy! ¡Que ha muerto la pobresita prima!... ¡Juy! ¡Que se nos ha ido Mari-Crú!...
En esto llegó, desalada, Paca, se abrió paso por entre el círculo de curiosos y, dándose por enterada instantáneamente de lo acaecido, comenzó a decir a grito herido: ¡Eso! ¡Eso! Estos desalmados quieren enchiquerar a la pobresita de mi niña.
Algunos gañanes cazaron al paso a los pequeños energúmenos, levantándolos en alto; pero, aun así, aprisionados, seguían moviendo los remos en el aire con interminable lloro: ¡Juy! que se ha muerto la prima! ¡La pobresita Mari-Crú!
La vieja Alcaparrona, al ver al aperador, se reanimó, brillando en sus ojuelos el fuego del odio. Encontraba, al fin, alguien a quien hacer responsable de su desgracia. ¿Eres tú, ladrón? ¡Ya estarás contento, aperaor farso! ¡Mira ahí a la pobresita que has matao! Rafael contestó de mal talante. Menos palabras e insultos, tía bruja. En lo de aquella noche, tuvo usté más curpa que yo.
¿Por qué? ¿Yo no he sido joven también y no he tenido novios? ¡Pobresita! añadió, acariciando la cabeza de su hija . ¿Tenías miedo de verdá a tu mamita?... No, hija, no; siendo el novio una persona regular..., y el señor lo es..., no hallo motivo... No sé por qué este señor ha dejado de venir a casa... Lo he sentido mucho... Pero, en fin, cuando él lo ha hecho, sus rasones tendrá.
Ahí tiene usté a mis primas las Alcaparronas, unas pindongas, que son la eshonra de la familia, y las grandísimas arrastrás tienen las onzas a puñaos, y coches, y los papeles jablan de ellas: y la pobresita Mari-Crú, que era mejó que el trigo, se muere, endimpués de una vida de trabajo. El gitano gemía, mirando al cielo, como si protestase de esta injusticia.
Mia que la paz de la familia vale más que too para los que vamos por er mundo, expuestos a gorver a casa inútiles pa siempre. Mia que Carmen sabe más de lo que tú crees. Ya está enterá de too. A mí mismo me ha sortao indiretas sobre lo tuyo con la sobrina del marqué... ¡La pobresita! ¡Es pecao que la hagas sufrir!... Ella tiene su genio, y si se suerta os dará un disgusto.
La seña Alcaparrona, viendo a su sobrina, dos días después de la nocturna juerga, calenturienta y sin fuerzas para ir al campo, había diagnosticado la enfermedad, con su práctica de decidora de buenaventura y bruja curandera. Era el susto del novillo «que se le había quedao adrento». La pobresita decía la vieja estaba en su... pues, en eso; y ya se sabe que en tal caso los sustos son de cuidao.
Y cuando ya andábamos en el papeleo pa casarnos, yo le dije: «Gachí, la casa será para la pobresita de mi mare y mi prima Mari-Crú. Ya que tanto han trabajao, hasiendo vida de perras en las gañanías, que vivan bien y a su gusto una temporadilla.
Yo quiero a la pobresita que va ahí alante, de una manera que no sé cómo decir... ¡vamos! como quiere el cura a la Mae de Dios cuando le ice la misa. Me gustaba mirar sus ojosos y oír su vosesita de oro; pero, ¿tocarle un pelo de la ropa? enjamás se me ocurrió. Era mi virgensita, y como las que están en las iglesias, sólo tenía pa mí la cabesa; la cabesa bonita jecha por los mismos ángeles...
Palabra del Dia
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