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Actualizado: 14 de junio de 2025
Fernando pensó que tal vez hacía horas le miraba Maud, sin que él se percatase de ello, y esto le produjo cierta irritación. Se separó de su amigo para dirigirse corriendo a los pisos altos del buque, y antes de llegar a ellos oyó que la música rompía a tocar una marcha. El cortejo neptunesco avanzaba hacia la terraza del fumadero, donde iban a ser bautizadas las señoras.
El buque se alejó con sus trompetitas brillantes en lo alto y la muchedumbre liliputiense alineada en los diversos pisos. Un rayo de sol pálido iluminó su popa durante algunos instantes con reflejos de oro antiguo. Luego, como si el Océano hubiese despertado únicamente para presenciar este encuentro, se restableció la sombra, y algo más denso que la sombra asaltó al Goethe a los pocos minutos.
Su existencia no es alegre, siempre sola con Polidora... y el diablo sabe qué es lo que Polidora podrá decirle en aquel cuarto lóbrego de un entresuelo, cuya ventana da a un patio, rodeado por todas partes de casas de cinco pisos.
En sus inmediaciones hay una pequeña ranchería de moros. Santa María. En el puerto del mismo nombre; el fuerte se encuentra situado en la cima de un monte, estando constituído por una estacada rectangular y dos torres de mampostería. En el interior del recinto se encuentra el cuartel, que es de dos pisos, construído de madera y techumbre de zinc.
Todos los pisos bajos son tiendas, apenas hay rejas. ¿Cómo se las arreglarían ahora aquellos galanes? ¡Qué cosas se les ocurrirían a Villamediana y a Quevedo, viendo este Madrid, que tiene la Plaza de Oriente al Norte, la estatua de la Comedia delante del teatro italiano, y aquí en la Plaza de la Constitución la estatua de un rey absoluto! ¡Cuánto disparate!... Pero, ¿no vendrá esa chiquilla? ¿Se estarán burlando de mí?
Lucía, a su vez, comparaba su casa de León, antigua, maciza, y lóbrega, con aquella vivienda, donde todo era flamante y gentil, desde los encerados relucientes pisos hasta las cortinas de cretona azul rameadas de campanillas rosa.
Es en una de las calles antiguas de ese barrio que se encuentra la sombría casucha de dos pisos donde nació Juan Jacobo. La ciudad propiamente dicha se extiende á lo largo de la márgen izquierda del lago y del rio, presentando en gran parte de la línea una vasta fachada de hermosos edificios modernos.
Por todas partes, alrededor, dominaba igual color neutro, triste; las aguas amarillentas se confundían en la penumbra con el cielo. Nunca he sentido mayor melancolía. Pasamos por delante del coronamiento de popa, que tenía tres pisos fuera del agua, con galerías y ventanas recargadas de adornos barrocos.
En el borde de la balsa hay una pila de fondo verdinegro. Las abejas se abrevan en su agua limpia. El agua nace en un montecillo propincuo, corre por subterráneos atanores de barro, surte de un limpio caño, cae transparente con un placentero murmurio en la ancha pila. La casa es grande, de pisos desiguales, de estancias laberínticas.
El cuidaba del burro, el guiaba el carro cuando al amanecer emprendían la marcha a Madrid, el subía a los pisos altos mientras su ama cuidaba en la calle del vehículo. Al volver a casa, cerca de mediodía, su primera ocupación consistía en el arreglo de los comestibles.
Palabra del Dia
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