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El señor Fermín salió apresuradamente de la capilla e hizo arrastrar hasta la puerta varios serones que el día anterior habían traído de Jerez. Estaban llenos de cirios, y el capataz fue distribuyéndolos entre los viñadores. Bajo la luz esplendorosa del sol comenzaron a brillar, como pinceladas rojas y opacas, las llamas de la cera.

En realidad, la única razón que he tenido para ponerme en comunicación directa con el público, viene á ser el deseo de presentarme como autor de la más larga de mis narraciones; y al paso que realizaba mi objeto principal, me pareció que podría permitírseme, por medio de unas cuantas pinceladas, dar una vaga idea de un género de vida hasta ahora no descrito, bosquejando los retratos de algunas de las personas que se mueven en ese círculo, entre las cuales la casualidad ha hecho que se contara el autor.

Su manera de exponer era tan ática y urbana, y sus pinceladas tan finas y tan delicadas, como no se habían conocido hasta entonces; pero su estilo se contaminó también con el exagerado atildamiento de aquellas frases, que dirigían á sus damas, en el Buen Retiro, los mismos caballeros que frecuentaban sus salones; los personajes, y hasta la ilación de las escenas de sus comedias, hubieron de ajustarse, no pocas veces, á la etiqueta de la corte, y, en vez de ofrecer un cuadro vasto y completo de la humanidad, en su variedad infinita, trazó, tan sólo, á menudo, la pintura de una parte muy reducida de la misma, esto es, de aquélla en que vivía, y para la cual escribía.

Sus cuadros de la vida real sobresalen por su verdad y por sus atrevidas é ingeniosas pinceladas; interpreta fiel y noblemente la historia, y su fantasía es docilísima para crear las invenciones más variadas, sin profundizar mucho en las sinuosidades del alma; sabe imprimir en sus caracteres originalidad y vida; es agudo y gracioso cuando quiere; por último, su dicción es concisa, natural y flexible, y con frecuencia tan exenta de superfluos adornos y tan epigramática, que hay pocos dramáticos españoles que en esta parte se le asemejen.

Eran como lentejuelas, medio desprendidas de un manto y próximas a caer. En la obscuridad del horizonte marcábanse unos fulgores lejanos, tres pinceladas rojas sobre una línea de puntitos de luz apenas perceptibles: los fuegos de un trasatlántico que se cruzaba con el Goethe marchando en opuesta dirección.

Aun las peores obras de Lope aventajan á las mejores de éstos en la dignidad del estilo y en la elegancia de la dicción poética. Raros vestigios se observan en ellas de traza sensata del plan, y aún menos de sello artístico en los sucesos; al contrario, siguen los unos á los otros grosera é inmediatamente, y parecen diseñados con toscas pinceladas.

No se crea, sin embargo, que sus trabajos de esta índole son tan insípidos y frívolos como otros de ese género, populares entonces en toda Europa, porque pinta la vida y aficiones de los campesinos españoles con la más seductora sencillez, con pinceladas vigorosas é inimitables, infundiéndoles vida y carácter real. Sólo Lope de Vega es su rival en esta parte.

Sus pinceladas son vagas; parece como si quisiera concluir pronto, como si tuviera entre manos brasas ardientes. ¿Por qué? En cambio, sus pinturas de Bogotá, de la sociedad y de los literatos colombianos, es realmente seductora: nos hace penetrar en un recinto hasta ahora casi desconocido por la generalidad, especie de gyneceo original causado por el relativo aislamiento de la vida de Colombia.

Y dió un portazo, dejando a Esteven solo, en la alcoba conyugal, pues lo era esta estancia lujosamente decorada... Esteven, con un gorro de terciopelo bordado de gusanillo mate y borla de oro, la barba sin teñir, con unas ojeras como dos pinceladas de betún, amarillo como un cadáver, los ojos fijos en los dos nombres: Rocchio, Portas, que saltaban sobre la mesa de noche, esperaba... Míster Robert entró...

Las tintas, muy diluidas, apenas manchan la superficie que cubren; las pinceladas, ya se marcan creando al mismo tiempo forma y color, ya se desvanecen estableciendo términos, sombras y distancias; por más que se mira aquel lienzo, no hay manera de darse cuenta exacta de cómo esta pintado, y, sin embargo, los ojos no pueden desear más verdad.