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Actualizado: 31 de octubre de 2025
Si algún día tuviera yo casa, quisiera conservar esta cama. ¡Dios mío, qué será de mí!... Juan... Aunque no me tocara nunca...; pero sentirle cerca..., verle todos los días..., saber lo que piensa..., cuidarle..., que me hable con cariño... ¿Por qué encontrarán otras mujeres quien las quiera?...»
Al contrario, si suponemos que todo se aniquila excepto este ser que dentro de nosotros siente, piensa y quiere; todavía queda un punto donde hacer estribar el edificio de los humanos conocimientos: este ser, solo en la inmensidad, se dará cuenta á sí mismo de sus propios actos, y segun el alcance de sus facultades intelectuales, podrá arrojarse á innumerables combinaciones que tengan por objeto lo posible, ya que nó la realidad.
Por esto, cuando veas a uno, como yo, hablar de fe y de creencias, di que miente porque le conviene, o que se engaña a sí mismo para proporcionarse cierta tranquilidad... Fermín, hijo mío; el pan no me lo gano dulcemente, sino a costa de bajezas de alma, que me dan vergüenza. ¡Yo, que en mis tiempos era de una altivez y una virtud con púas de erizo!... Pero piensa que llevo a cuestas a mis hijas, que quieren comer y vestir y todo lo demás que es necesario para atrapar a un marido, y que mientras éste no se presente debo mantenerlas aunque sea robando.
Pensando, pensando, pensando no sé si con acierto, pues a veces se acierta menos cuanto más se piensa yo creo haber llegado a descubrir el diablo aderezador a que se refiere Shakespeare. Este diablo es la moda. No me cabe duda: la moda surge de las inspiraciones del diablo.
En ese momento se oyó la voz de Melchor que gritó desde su cuarto: ¡Baldomero!... Hágame ensillar el zaino. ¡Voy, don Melchor! contestó y como si no hubiera oído la orden se dirigió hacia el sitio en que Melchor estaba, pasándose las mangas de su blusa por los ojos. Que me haga ensillar el zaino, le dije. ¿Piensa salir con esta calor?
Don Pedro no tiene pierna; es además, corto de brazo... Pero, como ya sabe usted que en las ajmas no hay nada seguro y a veces el que menos se piensa, lleva el gato al agua, si usted tiene algo que encargarme, hágalo antes que lleguemos. Don Rudesindo se estremeció.
Á los treinta años se casó su abuela, á los treinta años me casé yo, y si mi hija piensa otra cosa, puede hacer cuenta que no tiene madre. Al decir esto, aproximaba su asiento al de la muchacha, como si temiera que alguno viniese á robársela. Pero advertí que mientras que la madre hablaba, la hija se reia.
Los españoles serian muy inferiores con su condesa de Vero-Dodat, á los franceses con el nombre sencillo y honrado de su salchichera. En muchas provincias de nuestro país no se piensa sino en ganar cinco ó seis mil duros, para comprar un baston de borlas y hacer el doctor, ó el paseante en córtes.
Recoge los fragmentos del vaso, los ajusta y piensa en ir a comprar con qué pegarlos. Reflexiona y no alcanza a ver claramente el sentimiento que le ha hecho cometer ese acto estúpido; todo lo que sabe es que era un sentimiento muy bajo, execrable.
Las familias muy numerosas y unidas le daban envidia. «Cuando se está entre tantos, cada uno dice algo, cada uno piensa algo, los caracteres diversos obran los unos sobre los otros y se modifican, mientras que, una persona sola, ¿puede ser a la vez seria y alegre, puede pensar en todo, preverlo y hacerlo todo?
Palabra del Dia
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