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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Entrar en una de esas tiendas de montañés a tomar pescado frito y a beber vino blanco, ver cómo patea sobre una mesa una muchachita pálida y expresiva, con ojeras moradas y piel de color de lagarto; tener el gran placer de estar palmoteando una noche entera, mientras un galafate del muelle canta una canción de la maresita muerta y el simenterio; oír a un chatillo, con los tufos sobre las orejas y el calañés hacia la nariz, rasgueando la guitarra; ver a un hombre gordo contoneándose marcando el trasero y moviendo las nalguitas, y hacer coro a la gente que grita: ¡Olé! y ¡Ay tu mare! y ¡Ezo él; ésas eran mis aspiraciones.
Se pone en una cazuela gelatina de carne o pescado, casi fría, aceite, vinagre, zumo de limón, sal, pimienta y un poco de mostaza; se coloca la cazuela encima de hielo machacado; se mueve con unas varillas hasta que empiece a trabarse; se retira del hielo y se trabaja bien hasta quedar lisa y consistente.
Ya no me arañas como antes. ¿A quién quieres más en la casa? ¿Di, rico? ¿Quién te ha dado una sardina ayer? ¿Quién te pone el platito con leche todos los días? Y si pudiese darte siempre pescado también te lo daría, porque sé que es lo que más te gusta, ¿verdad, rico mío? Pero no has de robar nada; ya sabes que te pegan. No orines más en la cama de Manín.
Fingen que hay en él ciertos árboles muy gruesos que destilan un género de goma con que se mantienen las almas, y que hay monos que en el aspecto parecen etiopes; que hay también miel y algún poco de pescado; da vueltas por todo aquel lugar una grande águila de quien fingen muchas fábulas ridículas, dignas de compasivo llanto por la ceguedad de esta gente.
Poenco gritó dando manotadas sobre la mesa trae manzanilla. ¿Hay algo de pescado para hacer sed?... Querido Gabriel, hombre benévolo y caritativo, pongo en tu conocimiento que ahora al pasar por la calle del Burro me dieron ganas de entrar en casa de Pepe Caifás, y allí perdí los cuatro duros que me diste esta tarde. ¿Llevarías tu longanimidad hasta el extremo de darme otros cuatro?
Despreciamos esta oferta, por ser muy á propósito este provincia para nosotros, por la abundancia de bastimentos, y especialmente porque en cuatro años continuos no habiamos comido pan, sino carne y pescado solamente, y muchas veces escasísimamente.
Hallamos en esta tierra otro pueblo de casi 3,000 indios llamados Querandíes, con sus mugeres é hijos que andan como los Charrúas: nos trajeron carne y pescado. Estos Querandíes no tienen morada fija; vagan por la tierra como gitanos. Pero los indios los maltrataron y volvieron al real con tres heridos. Pero cuando llegamos ya tenian 4,000 indios de sus amigos y familiares, de socorro.
A ver... Dígolo porque si quiere usted ahorrarse ese trabajo, figúrese que aburrida ha salido por esos mundos, que ha echado el anzuelo, que le han picado, que tira para arriba, y que ¡oh, sorpresa!, me ha pescado a mí. Aquí me tiene usted fuera del agua dando coletazos de gusto por verme tan bien pescado.
Un plato es de carne y otro de pescado. La carne está dura, muy dura; el pescado tiene salsa blanca, muy blanca; el vino es amargo, muy amargo.
Entra en esta donacion una tienda que y ha, en que venden el pescado, e esto les damos porque fagan cada anno dos aniversarios etc.» De estas tiendas dadas al cabildo, unas estaban en la alhóndiga, otras en la alcaicería.
Palabra del Dia
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