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Actualizado: 30 de abril de 2025
En los tres años que allí permanecimos se acudió á ella dos veces; en la una la caridad la pidió una limosna; en la otra, la patria la demandó un auxilio, y en ambas no quisiéramos equivocarnos, pero nos parece que computando su población con la de las otras provincias, fué á la cabeza de todas.
También conocía ese hombre el secreto del cardenal, mientras yo lo ignoraba. Permanecimos sentados en esa pequeña y anticuada habitación hasta que el crepúsculo se convirtió en noche profunda, y ella se levantó penosamente y encendió la lámpara. A la luz noté, sobresaltado, cómo había cambiado su dulce rostro.
Pero ¡cuánto sufrí por dentro! Ellos corrieron, galoparon, se nos adelantaron a la ida y a la vuelta. El vicario y yo permanecimos siempre serenos, como las mulas, sin salir del paso y llevando a doña Casilda en medio.
Flavia se apartó de mí, buscando apoyo en la pared, y yo quedé humillado y tembloroso, sabiendo lo que había hecho, despreciándome a mí mismo, pero también resuelto a no desdecirme. Así permanecimos largo tiempo. ¡Estoy loco! dije tristemente. Aun loco te adoro, amor mío contestó. Tenía inclinado el rostro, pero vi el brillo de las lágrimas que surcaban sus mejillas.
Permanecimos en silencio algunos instantes; después Sarto, frunciendo las pobladas cejas y retirando su pipa de la boca, dijo dirigiéndose a mí: A medida que el hombre envejece cree en el hado. El hado lo ha traído a usted aquí y el hado lo lleva también a Estrelsau. ¡Cielo santo! murmuré, retrocediendo tembloroso. Tarlein me miró con viva ansiedad. ¡Imposible! dije sordamente. Lo descubrirían.
La mayor parte de los hombres permanecimos en pie, sirviéndoles los panalitos. La verdad es que todos estábamos necesitados de un rato de sombra verdadera, porque la del toldo de la falúa dejaba mucho que desear. Joaquinita, que, por lo visto, tenía ganas de mortificarme, me demandó un vaso de agua.
Los tres nos quedamos asombrados, y permanecimos mucho tiempo contemplando aquella maravilla. No sabiendo que aquella pintura es un tapiz de la fábrica de Gobelinos, parece imposible que haya una persona que distinga el tapiz de una pintura al óleo, y de una pintura de buena escuela. El tejido ha hecho tanto como el pincel; la lana es allí rival de los colores.
A la derecha de su entrada se hallan las islas de Poro y Malacimbo. Sorsogon tiene buen caserío, siendo de notar la iglesia y convento, habitado, en la época que visitamos el pueblo, por un cura indígena de notable ilustración. Entre el convento y las opulentas casas de los señores Granados y Santos, pasamos el tiempo que permanecimos en aquel pueblo, de gran movimiento mercantil.
Palabra del Dia
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