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Actualizado: 3 de junio de 2025


Aquí vereis el indio atravesado Por medio la garganta, y allí junto El otro todo el casco barrenado, Saliéndole los sesos luego al punto. Por medio de los pechos traspasado Estaba Tabobá, y casi difunto, Y tanto de la lanza se aferraba, Que ya perderla Leiva imaginaba.

Sentía, sin embargo, dentro de mismo, aunque muy poco pronunciada, una afición especial: la política; y el temor de perderla de vista, era lo único que le hacía poco placentero el recuerdo de su pueblo. No necesito decir que la política que amaba Simón era la callejera, la política de las noticias.

Millares de creyentes confian en mi espada: ¿me espondré á perderla en defensa de una ciudad que salvaré hoy y morirá mañana? ¿en defensa de una ciudad sobre la cual pesa hace siglos la mano de un fatal destinoQuiso cerciorarse de las fuerzas de que disponia S. Fernando, y aumentaron sus temores.

Al principio se mostró vacilante y tímido, como quien desea lo que no merece; luego desplegó gran vehemencia, dando a entender que los primeros favores le ponían fuera de tino; y, finalmente, ya seguro de que Soledad le quería, procuró que la privación de verle y hablarle con la frecuencia acostumbrada, encendiese la llama que había de perderla.

Al perderla, creía Gallardo haber retrocedido en su existencia. Ya no era el mismo. Creía estar algunos peldaños más abajo en la consideración social. Hasta atribuía a este abandono los fracasos en su arte. Cuando la tenía a ella, era más valiente. Al irse la gachí rubia, había comenzado la mala suerte para el torero. Si ella volviese, seguramente que renacerían los tiempos de gloria.

Lo único que se notó en su casa fué que andaba un poco más triste y distraído. Se dedicó durante algunos días a observar a su esposa, no perderla de vista un instante; pero nada encontró que pudiera dar pábulo a sus sospechas. Al mismo tiempo, estudiaba si el Duque podía avistarse con ella y de qué manera.

Eso no podía ser; él no se resignaba á perderla de vista para siempre. ¡Los hombres! continuó ella, cada vez más irritada . Todos se imaginan que las cosas deben ser con arreglo á sus caprichos. «Porque te deseo, debes ser mía...» ¿Y si yo no quiero?... ¿Y si yo no sufro la necesidad de ser amada?... ¿No puedo vivir en libertad, sin otro amor que el que yo siento por misma?...

La idea de ente es tan fecunda en resultados, que conviene profundizarla bajo todos sus aspectos, y no perderla nunca de vista en las investigaciones de la filosofía trascendental. No es intuitiva, sino indeterminada, hasta el punto de que por sola, no nos daria idea de un ser real y posible.

El efecto que había causado en la resolución suprema de Amparo, mi terror por perderla, mi ansiedad, mi duda acerca de recobrarla, me decían claro que Amparo había llegado a constituirse para en ese ser que es la mitad de nuestra existencia.

Y empezó a imaginar cómo vigilaría al cobrador, le cogería en flagrante delito y, cuando menos lo esperase, le denunciaría a la Administración. Luego se dedicaría a vigilar a los demás cobradores, y los denunciaría a su vez. La muchacha seguía allí siempre. No había que perderla de vista.

Palabra del Dia

vorsado

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