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Actualizado: 16 de julio de 2025


No se pierde el don almibarado y pulido. ¿Pero no ve, desgraciado, no ve que el merengue ese puede ser padre de Lucía? ¡Sabe Dios las liebres que en su vida habrá corrido! Santísima Virgen ¡qué de historias llevará escondiditas en los bolsillos del levitín! Pero usted, ¿qué haría en mi caso, Padre Urtazu? ¿Yo? Pensarlo, en vez de quince días, un año; ¡y otro año después, por lo que pudiera tronar!

Las once serían de la noche, cuando de improviso y sin pensarlo vieron entrar en la posada muchas varas de justicia y, al cabo, el Corregidor.

Creemos que y á pensarlo así nos induce la muy curiosa relación de ellas consignada en el «Libro Blanco», inapreciable tesoro de memorias antiguas que se custodia en el Archivo de nuestra Catedral.

Entre las comadres de la aldea tampoco hallaba gran aceptación semejante idea. Pero los hombres en general se inclinaban á pensarlo. El mismo D. Félix, que estaba rodeado por el tío Goro y otros cuantos paisanos, aunque con las debidas reservas para no causar pena al padre adoptivo de la joven, también manifestaba sus sospechas de que se hallase ya en Oviedo.

Este es el caso tremendo; lo demás son accesorios que no tienen otra importancia que la que reflejan de él. ¡y quiere usted que no piense en ello... y que no me horrorice al pensarlo?

Hay que pensarlo... Déjame que lo piense. El señor Marqués de Ronda. ELECTRA. Pensará tal vez... MÁXIMO. No pensará nada malo. ¿Has hecho café? ELECTRA. Iba a colarlo ahora... un café riquísimo... hacerlo a maravilla. MÁXIMO. Tráelo... Convidamos al Marqués. ELECTRA. Bueno, bueno. Pues lo mandas... Voy por el café. MÁXIMO, el MARQU

Eran pues sin pensarlo los genios de la Italia en el décimosexto siglo los mas poderosos auxiliares de la funesta emancipacion religiosa.

Dios querrá no sea preciso... Ayer habló de tomar baños. Tiemblo de pensarlo. Esto de los baños es una monserga que los médicos han inventado ahora para acabar de exprimir el jugo a los pobres enfermos. En mi tiempo no había tales baños, y por eso no había más enfermedades. Al contrario, creo que moría menos gente. Si habla de baños, te lo recomiendo, hija, ponle mala cara, como se la pongo yo.

No sabía Quevedo, no podía pensarlo, después de lo que había oído en la casa de la comedianta, entre ésta y el duque de Lerma, que la tormenta se preparaba para él; que él era la carne muerta; esto es, el hombre preso á cuyo olor iban aquellas aves de rapiña. Apenas se perdió Quevedo por las escalerillas, cuando uno de los alguaciles se echó fuera del alcázar más ligero que un rehilete.

Calla, tonta, mi mujer se vuelve loca por todos los niños del universo, sean de quien fueren. Y al supuesto Juanín, bastara que le tuviera por mío, para que le adorara. Ella es así; si no tienes idea de lo buena que es. ¡Pues si pariera...! Santo Cristo, no quiero pensarlo. De seguro perdía el juicio, y nos lo hacía perder a todos. Querría a mi hijo más que a y más que al mundo entero.

Palabra del Dia

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