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Actualizado: 28 de junio de 2025
Los peñascos azulados o rojos asomando sus cabezas a los lados del camino; pinos y cipreses saliendo de sus hendiduras, extendiendo sobre la yerma tierra sus raíces tortuosas y negras como enormes serpientes; a trechos, blancas pilastras con tejadillo, y en el centro, ocupando un hueco, azulejos con los sufrimientos de Jesús en la calle de Amargura.
Arriba se ostenta la horrible faz de la montaña, cuyo flanco se desprendió en mil enormes moles de peñascos y polvo, cayendo sobre el valle y aplastando y triturando el antiguo pueblo de Goldau.
No dejó de ocurrírseme que, en lugar de esperar a los salteadores en el portalón de la casa, se les podía armar una emboscada en los peñascos inmediatos a ella, y fusilarlos a mansalva en cuanto se arrimaran a la puerta los tres.
Es un río americano que corre tumultuoso, arrastrando troncos, detritus, arenas y peñascos, pero también partículas de oro, como dice Marius Topin refiriéndose al viejo Dumas. En Bogotá hay mucha afición por las veladas literarias, que allí llaman Mosaicos, tal vez por la variedad de temas que se tratan.
Repicaban las campanas con frenesí creciente. Estallaban multitud de cohetes, que impregnaban el aire con el humo de la pólvora. Y las olas estallaban también suavemente en los peñascos que casi rodean por completo la iglesia de la villa. En aquel concierto gozoso de una naturaleza que sonríe pocas veces, sólo se oía la nota áspera de bajo profundo que entonaba el marido de la Pepaina.
Un magnífico sol de primavera, que preludiaba los alegres esplendores del mes de abril, poblaba de encantadores reflejos las ondas del Mediterráneo que sacudian sus blancas escamas contra los peñascos y las playas de la costa, suavemente ondulosa.
Ricardo quedó extasiado ante el espectáculo que se ofreció a su vista. Estaban frente al mar, en medio de una playa rodeada de altísimos peñascos cortados a pico. Parecía imposible salir de ella sin arrojarse a las olas, que venían majestuosas y sonoras a desplomarse sobre su dorada arena festoneándola con sábanas de espuma.
El arenal que se confundía con el camino, se extendía á mi alrededor hasta perderse de vista; por todas partes pobres aliagas; que se arrastraban sobre una tierra negra; aquí y allá, despeñaderos, grutas, senderos abandonados y algunos peñascos asomando apenas sobre el suelo, pero ni un solo árbol.
Aquellas bestias rudimentarias que él veía entre los peñascos, y lo mismo que ellas todos los animales del mar y de la tierra, sufrían la esclavitud del medio. Mandaban los muertos sobre ellas porque hacían lo que harían sus descendientes. Pero el hombre no es esclavo del medio: es su colaborador y a veces su dueño.
La llevaría a usted a ver la Virgen que, desde una roca, parece que sosiega el Océano.... Más hermosa idea artística no se puede dar. ¿Cómo? ¿la Virgen? preguntó muy interesada Lucía. Una estatua erigida sobre unos peñascos.... Al ponerse el sol, es un efecto maravilloso: la estatua parece de oro, y la rodea un mar de fuego.... Es una aparición.
Palabra del Dia
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