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Actualizado: 28 de julio de 2025
Maestro y discípulo llegaron hasta la esquina nordeste de la muralla y doblaron en dirección al mediodía. Abajo, hacia la derecha, entre los obscuros peñascos, el agua del Adaja despedía un resplandor de oro ígneo. Las iglesias habían concluido de tocar las oraciones, y la próxima campana de la ermita de San Segundo conservaba todavía un zumbido soñoliento.
En el acto tercero, Tuzaní se ha deslizado de nuevo por las murallas de la fortificación, en que vive su amada; pero los enemigos han minado los peñascos, sobre los cuales está edificada la ciudad, y preparado la pólvora de las minas; una terrible explosión hace saltar las murallas, y deja entrar á los españoles en la ciudad.
Puesta ya en salvo esta, se empeñó el enemigo en un trabajo improbo, de hacer volar con minas los peñascos durísimos: dividió en piezas las carretas, arrastró las ruedas con tornos, y trasportó todas las demas cosas en hombros de negros, y de los indios cautivos, con el trabajo de un mes, y aun quizas mas.
Lo que allí se llama el «Real sitio do San Lorenzo» es en verdad un paraíso, un oásis encantador de verdura, corrientes bulliciosas, lustrosos rebaños y primores, en medio de una vastísima soledad de peñascos y lomas estériles.
Desalentados los normandos con la pérdida de su jefe y acosados de cerca, volvieron la espalda y abandonaron el Galeón, saltando atropelladamente sobre la cubierta de su barco, donde empezaron á diezmarlos las flechas de los arqueros ingleses y los peñascos que desde las cofas les lanzaban los marinos.
Y hoy, sin saber por qué, vuelvo a soñarlo otra vez... Pero no añadió con voz profunda al cabo de una pausa, frunciendo fuertemente su frente pálida, mejor sería que la barca me llevase a alguna gruta oscura entre peñascos inaccesibles y me volcase allí y me sepultase en sus aguas negras, para que nunca más se volviese a saber de mí... Así concluiría de una vez de padecer...
Las montañas se elevan á menudo perpendicularmente sobre nuestras cabezas, dejando sólo un estrecho paso que se reparten el hombre y el arroyo. En otras ocasiones los peñascos se aglomeran en un punto, los unos sobre los otros, de tal suerte que el hombre y el arroyo se ven obligados á dar mil vueltas y rodeos para hallar salida. Ella pasa por los sitios más peligrosos sin ningún miedo.
Decir aqueste cuento procurando La mano está temblando, y lo rehuyo; Por ser la cosa horrible y espantosa, Y en todo el Paraná maravillosa. Por aquí el Paraná dos leguas tiene, Y peñascos y sierras hasta el cielo: Y al pié de una gran legua de aquí viene Con impetu furioso y crudo vuelo.
También son muy pintorescas, aunque relativamente de menor importancia los peñascos de asperón ó de conglomerado compuestos de fragmentos unidos unos á otros. Donde quiera que la inclinación del suelo sea favorable á la acción del agua, ésta disuelve el cemento y abre un canalillo, una estrecha hendidura que, poco á poco, acaba por partir la roca en dos pedazos.
A poca distancia de esta cascada cubierta por las hojas y las flores, otro asiento de peñascos atraviesa el arroyo, pero estos son tan duros que el agua ha hecho muy poca mella en ellos y apenas si está trazado su lecho.
Palabra del Dia
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