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Actualizado: 29 de junio de 2025
Y don Matías seguía así con una velocidad de galápago, hasta contar una anécdota de una vulgaridad aplastante. Como hombre de poca delicadeza natural y de cultura rudimentaria, no era, ni mucho menos, un modelo de discreción, y a veces tenía salidas de patán que le regocijaban muchísimo.
Lo único que yo diré y digo es que el artificio de tomar prestado de un modo tan ruinoso no es muy ingenioso, ni muy sutil, ni muy peregrino, y que, si la ciencia de la Hacienda consiste en eso sólo, se puede suponer que no hay tal ciencia de la Hacienda, y que el último patán puede hacer lo mismo que el profesor más hábil.
Cuando me marchaba, me llamó y me dijo dándome cariñosos golpecitos en el carrillo: ¿Crees tú que no querría yo creer? ¡Por qué no tengo la fe de un patán cualquiera!... Muchas veces lo he pensado. Máximo a su hermano. 28 de noviembre. Si no es cierto que un disgusto borra el anterior, lo es que nuestra pobre naturaleza no puede sufrir con igual intensidad dos penas diferentes.
Lo distinguido, lo intelectual, lo moderno, es creer á ojos cerrados en cualquier patán astuto que, vistiendo la sotana, pronuncia sermones vulgares, y pasa las horas en el confesionario enterándose de vidas ajenas y adorando al Corazón de Jesús, que coloca por encima de Dios. ¡Yo no digo tanto! exclamó el millonario. Yo no creo en ellos, y hasta me río de sus cosas.
Sería más rico que tú, más rico que todos los millonarios del mundo... Y no soy mas que un mendigo bien trajeado. ¡Ira de Dios! ¿Por qué no guardaron mis abuelos sus tierras, en vez de dedicarse á servir al rey ó al pueblo? ¿Por qué no hicieron lo que cualquier patán que conserva religiosamente lo que le entregaron sus antecesores?...
» No persigo un propósito, sino una esperanza repuso. » ¿Y cuál es? le pregunté con ansiedad. » La de que pueda haberme engañado al hacer el diagnóstico o al tratar la enfermedad; por eso he llamado a los que mantienen los sistemas combatidos por mí más rudamente. ¡Ojalá me confundan y resulte yo al lado de ellos más ignorante que un patán de aldea!
Respondiole el patán con la osadía y la necedad de su ignorancia que a su juicio estaba en verdad muy grave; pero con el auxilio de las hierbas que traía ex profeso había triunfado no pocas veces en casos más extremos aún que aquél.
Doña María no hubiera dejado de sacar de estos hechos una ventaja femenil, si no se hubiese fijado, algo confusa también, de que el patán, a pesar de algunas leves señales de pasada disipación, tenía agradable aspecto; era una especie de rubio Sansón, cuya sedosa barba, de color de trigo, jamás había conocido el filo de la navaja del barbero, ni de las tijeras de Dalila.
Un arroyo, nacido al pie de un promontorio, cuyo grano es de poca cohesión, corre por el barranco sobre un lecho de arena finísima abrillantado por la mica; parece verse brillar el oro y la plata á través de las rizadas aguas. Más de un patán llegado de la llanura se ha equivocado y se ha precipitado sobre los tesoros que se lleva descuidadamente el burlón arroyuelo.
El golpe echó a rodar por un lado el reluciente chambergo y el taco por otro, y arrancó el guante y la piel de la mano del maestro; destrozó los ángulos de la boca del patán y echó a perder la forma particular de su barba de un modo lamentable. Oyose un grito, una imprecación, una pelea, y el pisotear de mucha gente.
Palabra del Dia
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