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Actualizado: 8 de junio de 2025


Juanito Velarde pareció también muy contrariado, comió poco y habló menos durante toda la comida.

Bastábale para ser feliz y considerarse dueño de Tónica oír su voz, trémula por la emoción que le causaba un paseo tan íntimo. De pronto, Juanito pareció despertar. ¡Qué diablo! Ya estaban casi en la mitad del camino, cerca del Mercado, y él callaba, sin atreverse a decir lo que tan pensado tenía.

Carmen no la conoció...; ¿quién sería?... Le pareció que le estaban diciendo al oído, con oficiosidad maliciosa: ...; es Rosa, la del molino; una de mucho empaque..., pinturosa de la rama.... La niña de Luzmela volvió la cabeza hacia otro lado, muy despreciativa, con un desdeñoso gesto de mujer de calidad.... Se había encalmado ya su corazón en un compás armonioso y grato.

Lo que pareció tan mal, aun á los senadores y magistrados de Holanda, que llamando á los capitanes holandeses á Amsterdam á dar razón de , les privaron y depusieron de sus oficios.

El mismo día que pareció Leandra la despareció su padre de nuestros ojos, y la llevó a encerrar en un monesterio de una villa que está aquí cerca, esperando que el tiempo gaste alguna parte de la mala opinión en que su hija se puso.

El público pareció delirar de entusiasmo. ¡Hermosa corrida! Estaba ahíto de emociones. Aquel Gallardo no robaba el dinero: correspondía con exceso al precio de la entrada. Los aficionados iban a tener materia para hablar tres días en sus tertulias de café. ¡Qué valiente! ¡Qué bárbaro!... Y los más entusiastas, con una fiebre belicosa, miraban a todos lados como si buscasen enemigos.

Con el mismo que tuvo don Juan para burlarse de él, haciéndole juguete de una chicuela y, lo que era peor, estorbando que la conquistase. La dificultad estaba en abrir la carta sin que luego se conociera. Tras largas cavilaciones, obedeciendo a una idea que le pareció tan original como atrevida y segura, sin pararse en peligros, rasgó el sobre y leyó.

Ramiro llegó de Salamanca el domingo 16 de febrero de 1592, dos días después de publicadas las sentencias. El Canónigo fue a visitarlo y enumerole una a una las condenaciones. No pareció muy satisfecho al decirle que a don Enrique Dávila y al licenciado Daza les habían otorgado la apelación. En cuanto a don Diego, sería ajusticiado al siguiente día.

Sus ojos adivinaron en los de su interlocutor algo que él mismo no había pensado nunca. El teniente pareció transfigurarse, creciendo hasta quedar al nivel del príncipe. Brilló su mirada con el mismo resplandor fulvo que la del otro; todo su cuerpo se arqueó con la tensión de un muelle que va á saltar; las alillas de su nariz se agitaron nerviosamente.

Tampoco se encontró pasto, ni cosa á propósito para habitacion humana, ni aun brutos, ni aves; sino solamente rastro de uno ú otro guanaco, y tal cual pájaro: y la tarde de este dia pareció en la costa del sur, en frente del navio, un perro manso aullando, y haciendo extremos por venir al navio, y se discurrió seria de algun buque perdido en esta costa.

Palabra del Dia

irrascible

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