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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Refrenando el impaciente retorno del Romero, desafiaba al porvenir, alta la frente, y gloriosa la vida, abierto con sumisión el campo a su carrera y abierta con dulzura la noche a su mirada. La brisa odorante de la campiña corría a la par del Romero.

Doña Paula sonrió, sin que su hijo lo notase. «Así te quiero» pensó, y siguió diciendo: Pero el único flaco que podemos presentarles es este, Fermo; bien lo sabes; acuérdate de la otra vez. Aquella era una... mujer perdida. Pero te engañó ¿verdad? No, madre; no me engañó; ¿qué sabe usted? Los ojos de doña Paula eran un par de inquisidores. Aquello de la Brigadiera nunca había podido aclararlo.

Esto no nació de siembra ni de injerto, sino de misteriosa germinación natural, como las seculares selvas del trópico. L'étendue des pampas est si prodigieuse qu'au nord elles son bornées par des bosquets de palmiers, et au midi par des neiges éternelles. El continente americano termina al Sur en una punta en cuya extremidad se forma el Estrecho de Magallanes.

Pero los gosterópodos, con sus nueve órdenes, pulmonados, undibranquios, imfirobranquios, tectibranquios, pectinbranquios, tubulibranquios, gentibranquios, ciclobranquios y heterópodos, constituyen la clase de los moluscos más numerosa de Filipinas y un manantial inagotable de variada y suculenta alimentación, á la par que conchas caprichosísimas por sus colores matizados y originales formas.

Tomaba su revancha en los cuentos, pues sabía muchos, y ella los escuchaba con embeleso, abierta la boca de par en par y los ojos clavados en el narrador.

Lo primero que llamó la atención de Gallardo fue el toro: un animal de madera y juncos montado sobre ruedas, con cola de estopa, la cabeza de paja trenzada, una placa de corcho en el lugar del cuello y un par de cuernos auténticos y enormes, que infundían espanto a los alumnos.

Estos discretos consejos fueron saludados con murmullo prolongado de reprobación. ¿Quién es ese servilón? dijo una voz aguardentosa, que no era otra que la del sin par Chaleco. A casa de Morillo repitió Calleja. Mujer, tráeme el almirez. El gentío aumentaba con nuevas remesas enviadas de la plazuela de la Cebada y del barrio del Salitre.

Terminadas estas operaciones preliminares, estremeciose de frío porque la puerta había quedado de par en par, sin que en cerrarla pensase y descargó en el tabique dos formidables puñadas.

Profesábanse gran cariño las dos hermanas; pero esto no impedía que algunas veces Amparo esgrimiese su carácter burlón contra Concha y ésta sacase a luz su impetuosidad iracunda; conflictos que terminaban siempre yendo la pequeña en busca de la mamá, llorando, con la mejilla roja de un bofetón o un par de pellizcos en los brazos.

Luego que estuvieron solos, Aviraneta dijo a su amigo que pues arreciaba el calor dentro del café, harían bien en salir a la calle y dar un par de vueltas, con lo que además de respirar el aire libre, podían hablar sin recelo.

Palabra del Dia

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