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Actualizado: 15 de junio de 2025


Gran grita y alarido y gran estruendo Allá dentro parece que resuena; Cuando se allega junto, estremeciendo El cuerpo queda todo con gran pena. Algunos de temor vuelven huyendo; Pajas, se les antoja, y el arena Que son diablos que vienen en pos de ellos, Y vuelven erizados los cabellos.

Un petimetre, don Aquilino de Leuro, era el quebradero de cabeza de la sobrina; y ya fuese que éste se exasperara de andar siempre al morro por un quítame allá esas pajas, o bien que su amor hubiese llegado a extremo de atropellar por todo respeto, dando al diablo el hato y el garabato, ello es que una noche sucedió... lo que tenía que suceder.

Y con aquello algún tanto consolado, tornando a cerrar, me volví a mis pajas, en las cuales reposé y dormí un poco. Lo cual yo hacía mal, y echábalo al no comer. Y ansí sería, porque cierto en aquel tiempo no me debían de quitar el sueño los cuidados de el rey de Francia.

Ibase a mis pajas y trastornábalas y a con ellas, pensando que se iba para y se envolvía en mis pajas o en mi sayo. Porque le decían que de noche acaescía a estos animales, buscando calor, irse a las cunas donde están criaturas, y aun mordellas y hacerles peligrar. Yo las más de las veces hacía del dormido, y en la mañana decíame él: "Esta noche, mozo, ¿no sentiste nada?

Levantóse muy paso con su garrote en la mano, y al tiento y sonido de la culebra se llegó a con mucha quietud, por no ser sentido de la culebra; y como cerca se vio, pensó que allí en las pajas do yo estaba echado, al calor mío se había venido.

Raro era el número de cada uno de ellos que no daba lugar a algunos bastonazos o bofetadas, cuando no a un desafío formal. Sin embargo, en éstos eran más parcos todos. Padrinos se nombraban por un quítame allá esas pajas; pero darse de sablazos o de tiros, ya era otra cosa. La contienda había enardecido los ánimos en la villa.

No había allí más muebles que la silla que servía de observatorio al rey Buby, un cesto de pan vacío, colgado del techo á la altura de la mano, y en el rincón menos expuesto á la intemperie, una cama de pajas y de trapos, en que dormían abrazados Gilito y su madre.

Debe de pensar el buen hombre, sin duda, que nos dormimos aquí en las pajas; pues ténganos el pie al herrar, y verá del que cosqueamos. Lo que yo decir es que si mi señor tomase mi consejo, ya habíamos de estar en esas campañas deshaciendo agravios y enderezando tuertos, como es uso y costumbre de los buenos andantes caballeros.

A los vecinos despertaba con el estruendo que hacía, y a no me dejaba dormir. êbase a mis pajas y trastornábalas, y a con ellas, pensando que se iba para y se envolvía en mis pajas o en mi sayo, porque le decían que de noche acaecía a estos animales, buscando calor, irse a las cunas donde están criaturas y aun mordellas y hacerles peligrar.

Nos gusta más Homero, ciego y vagabundo; Cervantes, que, según la gente, no tuvo qué cenar cuando terminó el Quijote; Shakespeare, cómico de lengua y empinando el codo en las cervecerías; Beethoven, pobre sordo... y Colón, muriendo de hambre sobre unas pajas, sin haber recibido blanca por sus descubrimientos.

Palabra del Dia

rigoleto

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