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Actualizado: 1 de septiembre de 2025
Usted padece hoy, y no es cosa de poco más o menos, sino alguna tribulación muy gorda lo que usted tiene dentro. No, ni me lo niegue. Su cara de usted es para mí un libro, el más hermoso de los libros. Leo en él todo lo que a usted le pasa. No valen evasivas. Ni pretendo que me confíe sus penitas, hasta que no se convenza de que el médico llamado a curárselas soy yo».
Esta pobreza la padece por sus partes, ya en hambre, ya en frío, ya en desnudez, ya en todo junto; pero, con todo eso, no es tanta que no coma, aunque sea un poco más tarde de lo que se usa, aunque sea de las sobras de los ricos; que es la mayor miseria del estudiante éste que entre ellos llaman andar a la sopa; y no les falta algún ajeno brasero o chimenea, que, si no callenta, a lo menos entibie su frío, y, en fin, la noche duermen debajo de cubierta.
Rompió su caminata Salvador y se dejó caer, fatigado, en una silla, para responder: Ya acudí a don Rodrigo y estuvo en Rucanto; pero Carmen no quiso decir la verdad; ciega en la manía de sufrir, disimuló el martirio que padece en términos de engañar a su tutor; él es algo indiferente, no le gusta mucho molestarse, y se alegró de poder volverse a casa muy tranquilo, sin más diligencias.... ¡Todo el mal está en que Carmen no me quiere!
Figurémonos prosiguió el padre Enrique , a un enamorado, a un caballero a la antigua, que por complacer a su dama, y para darle gloria y contento, padece insufribles trabajos, se expone a los mayores peligros y lleva a feliz término las más dificultosas aventuras. Figurémonos que todo esto lo hace por una dama de quien recela con razón que jamás será amado.
Tal vez sospechas que abatido, sin fé, desesperado, sin calor en el alma, y ya deshechas mis ilusiones de ventura y gloria, busca en tí el alma herida que padece la sola realidad que el mundo ofrece.
Se cuenta en el lugar casi no queremos creerlo que cuando está don Alvaro muy mal y siente físicamente muchos dolores arma tan incesante y fatigosa retahíla de «ta, ta, ta», que aburre a todo el mundo, alborota la casa y hace que doña Inés pierda la circunspección y la paciencia que ella suele recomendar, llegando una o dos veces hasta decir a su marido: Cállate, hombre indigno, y padece por el amor de Dios, que no sin justo motivo te castiga.
La señora de Laroque que padece de frecuentes distracciones, olvidó que yo no estaba lejos de ella, y de buena ó de mala gana, no perdí una sola palabra de su respuesta.
Lo mismo piensa la Patros, ¿sabe? la mayor de las sobrinas. ¿Esa que me has dicho tiene el pelo entrecano y bizca un poco? No; esa es la otra. Ya, ya... Patros es la que tartamudea, y padece de temblores. Esa.
Todo el que padece sobre la tierra puede preguntar a Dios como Job: ¿Cuándo la existencia te pidió la nada?... Por lo demás añadió adoptando un tono despreciativo, insultante, desde que usted ha entrado por esa puerta supe a lo que venía. No quiero discutir con usted, porque me aburriré.
Los cristianos saliendo caminaron Llevando guias, dadas por Curemo: El rio Yaguarí atravesaron, Que entre otros rios vemos ser supremo. A los Tapuí Miries allegaron De que placer reciben por extremo; Asalto dan al tiempo que amanece, Por dó la triste gente mal padece.
Palabra del Dia
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