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Creyó reconocerla de lejos en una señora que atravesaba la verja por la entrada de la rue Pasquier. Le parecía algo distinta, pero se le ocurrió que las modas veraniegas podían haber cambiado el aspecto de su persona. Antes de que se aproximase pudo convencerse de su error. No iba sola: otra señora se unió á ella.

El enamorado agregó: «Es inteligente». Y el gran hombre puso otra vez: «cero». «Es noble» «Cero». «Tiene muy buena parentela». «Cero». «Buena educación». «Cero». El enamorado miraba atónito a su querido maestro.

A me daba mucha vergüenza contestarle, pero como a Luisa le había escrito también Paco Núñez declarándose, yo por encargo de ella le dije un día en el paseo: «Paco, de parte de Luisa, que ,» y a la otra vuelta Luisa le dijo a Pepito: «Pepito, de parte de Asunción, que ». Y quedamos novios.

Si un hombre está en un navio quieto, y desde él mira á otra nave que se mueve, luego le parece que se mueve tambien la suya, y se lo hiciera creer la vista si no le desengañára la razon.

»Díjele que se pasara muy pronto por la mía, donde era más necesario que en ninguna otra, y nos separamos despidiéndonos «hasta luego». »¡Guzmán!..., la única criatura de cuantas hollaban la tierra, que me parecía más criminal que yo!, ¡el hombre que merecía, en buena ley, que llovieran sobre él solo todas las amarguras que habían entristecido mi hogar!

6 En aquel día pondré los capitanes de Judá como un brasero de fuego entre leña, y como una antorcha de fuego entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.

Bajo dos aspectos principales puede y debe considerarse a Pereda: como autor de artículos o cuadros sueltos de costumbres, y como novelista. La segunda manera es una evolución natural de la primera, o más bien no es otra cosa que la primera ampliada.

Cogía el molusco, lo sacaba con un palito, se lo metía en la boca, chupaba después el agüilla contenida en la cáscara, y al hacer esto dirigía una mirada rencorosa a Frasquito Ponte; luego dejaba la cáscara vacía y cogía otra llena, para repetir la misma función, siempre a compás, con igualdad de gestos y mohines al sacar el bicho, y al comerlo, con igualdad de miradas: una de simpatía hacia el caracol en el momento de cogerlo; otra de rencor hacia Frasquito en el momento de chupar.

Esta pasa del no ser al ser, y viceversa; ahora es, y luego cede su puesto á otra muy diferente; pero la substancia es una misma bajo las diferentes modificaciones; con la sucesion de estas no pasa del no ser al ser, y del ser al no ser, no cede su lugar á otra substancia. Desde el momento que atribuyésemos á la substancia la instabilidad de su modificacion, no se distinguirian entre .

-Albogues son -respondió don Quijote- unas chapas a modo de candeleros de azófar, que, dando una con otra por lo vacío y hueco, hace un son, si no muy agradable ni armónico, no descontenta, y viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín; y este nombre albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y otros semejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y maravedí.