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Actualizado: 10 de junio de 2025
La Primavera es como fiesta espléndida que dan los espíritus elementales, como sagrada orgía, en que el aire, la tierra, la luz, el agua y cuantas inteligencias o misteriosos genios en el seno de los elementos viven ocultos, lucen su hermosura, se revisten de sus más ricos adornos, y se enamoran, y se acarician, y cantan y bailan. ¡Vaya usted a describir esto sin conocer los nombres de dichos genios, ignorando sus lances de amor y fortuna, y no acertando a distinguirlos bien unos de otros!
Parecióme todo un juego de azar, y miré con indiferencia mi propio destino y el destino de los pueblos. En un estado tal, quise arrojarme desenfrenadamente á los placeres, quise ahogar el grito de mi dolor en el estrépito de la bacanal y de la orgía; mas en vano: mi corazon era ya la hoja que se desprende del árbol al soplo de las auras del otoño, mi actividad estaba muerta, muerta como mi alma.
Pero así como el soltero que fué siempre juicioso, cree de su deber, la víspera de sus bodas, despedirse de la vida libre con una noche de orgía en compañía de sus amigos, de igual modo Benincasa quiso honrar su vida aceitada con dos o tres choques de vida intensa. Y por este motivo remontaba el Paraná hasta un obraje, con sus famosos strom-boot.
Donde se mostraba en realidad la perturbación, o por mejor decir, la flaqueza de su inteligencia, era en el seno de la vida doméstica. No se contentó con hacer reina y señora de la casa a su querida, pero admitió en ella también a la madre y los hermanos de ésta, gente ordinaria y soez que la tomó por asalto, dándose harturas de esclavos en saturnal, viviendo en perpetua orgía.
Los farolillos del restorán trazaban manchas purpúreas sobre los manteles, viéndose en torno de ellas los rostros de los que comían, con violentos contrastes de luz y de sombra. De los cuartos cerrados se escapaban escandalosos ruidos de besos, persecuciones y caídas de muebles. ¡Vámonos! ordenó Freya. Le molestaba este estrépito de orgía vulgar, como si deshonrase la majestad de la noche.
Cuando un laurel los déspotas levanten Y en medio de los brindis de la orgía El triunfo impío en su insolencia canten, Fulmine su tremenda profecía, Y anuncie con su voz aterradora De libertad la celestial aurora.
Su vasto cerebro tal vez hubiese salvado los rasgos geniales de aquella vieja monarquía asiática, y yo inmovilizé su acción creadora. Su fortuna hubiera podido reforzar el Erario, y yo la estaba disipando entre fiestas y prostitutas... ¡Amigos, conocí el remordimiento inmenso, colosal, de haber arruinado un Imperio! Para olvidar este complicado tormento, me entregué a la orgía.
Hoffmann había llegado á tiempo, en la época de la Regencia, después de la orgía de los placeres y de la orgía de los medicamentos con que se agravaba á la primera. Aquel sabio dijo: «Huíd de los médicos: sed sobrios y no bebáis más que agua.» Fué una reforma moral.
Este no es ni ha sido nunca el romanticismo de esos grandes maestros ni el de Alemania, porque pocas naciones, como Francia, disfrutan el singular privilegio de exagerarlo y desfigurarlo todo, como, por ejemplo, trocar la aversión razonable y sensata á los excesos y males del fanatismo religioso en odio y en persecución encarnizada al catolicismo y al cristianismo, las ventajas de una libertad política, prudente y juiciosa en una orgía eterna de desórdenes y de luchas de partido, y, en crítica literaria, la estimación y aprecio de las obras populares, aunque no clásicas, con la soberanía del desenfreno y del mal gusto.
Las mesas desbordaban; sobre las sillas cercanas había pilas simétricas: era una orgía de dinero, tentadora, insolente y cruel, como mesa cubierta de suculentos platos, a los que es prohibido tocar, y que el hambriento mira encandilado, de lejos, bajo la tortura de su estómago y de su olfato.
Palabra del Dia
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