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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Ahórrate reflexiones que serían de todo punto inútiles y no se te ocurra hacer objeción alguna, pues mi resolución es inquebrantable.

-Nunca -dijo a este punto Sancho Panza- he oído llamar con don a mi señora Dulcinea, sino solamente la señora Dulcinea del Toboso, y ya en esto anda errada la historia. -No es objeción de importancia ésa -respondió Carrasco. -No, por cierto -respondió don Quijote-; pero dígame vuestra merced, señor bachiller: ¿qué hazañas mías son las que más se ponderan en esa historia?

Por muchos años el libro de Relaciones, memoriales y cartas de Rafael Peregrino, escrito con suma habilidad por el Secretario de Estado que fué de Felipe II para vindicarse de las acusaciones de los tribunales y darse por víctima paciente de injustas persecuciones, ejemplo lastimoso de la crueldad del sino, ha servido al juicio de su persona, andando de mano en mano impreso en todas las lenguas y en multiplicadas ediciones, no por apología hecha de puño propio, parafraseada y puesta en la trompeta de la fama por el autor mismo, antes por Retrato al vivo del natural de la fortuna de Antonio Pérez, como título que aplicó más tarde al libro, ya que pasaba sin objeción ni respuesta.

La menor objeción en el consistorio era para él una ofensa personal; terminaba las discusiones en la calle con amenazas y golpes; su mayor gloria era que los enemigos se dijeran: Cuidado con Ramón... Mirad que ese es muy bruto. Y junto con su acometividad, mostraba para captarse amigos, una esplendidez que era el tormento de su padre.

De esta objecion se hace cargo su comentador el cardenal Cayetano, y defiende resueltamente con Santo Tomás, que las almas de los brutos son inextensas. Por las palabras del sabio cardenal, se echa de ver que entendia la doctrina de Santo Tomás, sobre la indivisibilidad del alma de los brutos, con todo el rigor de los términos, pues que se propone la objecion del modo siguiente.

Pero ni siquiera es necesario conceder que la actividad no se encuentra en los casos que nos recuerda la objecion; pues que examinándolos á fondo se descubre que aun en ellos, el alma ejerce verdadera actividad.

La princesa, no hizo la menor objeción al enterarse de que su hijo deseaba comprar un yate para navegar por todos los mares. Podía hacerlo: era un placer de gran señor digno de él. Estaban cada vez más ricos. El petróleo, el platino, todos los yacimientos preciosos de su propiedad, y el producto de sus tierras, vastas como Estados, formaban una renta enorme.

A esta objeción, había contestado el Padre Ambrosio valiéndose de un símil semejante. Así había dominado el temor del hermano Tiburcio.

En fin, querido tío, si llegase el caso, ¿no tendría usted ninguna objeción seria contra miss Darling? preguntó el conde, que no quería abandonar su asunto. Tiene veinte años y has pasado de cincuenta. Pero yo también soy como usted, tío mío, estoy construido a cal y canto; es una herencia del abuelo Neris que estoy lejos de despreciar. En lo físico, pase aún; pero en lo moral...

Esta objecion, si algo probase, confirmaria todo lo que se ha dicho para demostrar que sin objetividad no hay conciencia propiamente dicha, lo cual no lo admiten los adversarios.

Palabra del Dia

hociquea

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