Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de junio de 2025
La música es trivial y agradable, pero como comedia, la pieza se arrastra de una manera matadora. El jefe de la escuela estética viajaba entonces en los Estados Unidos, contratado por un empresario como un simple tenor y obligado a producir frases estéticas bien limadas, en sitios como Mount-Vernon, el Niágara, el Capitolio, etc.
Otra vez, ¿dónde está mi Tequendama? El volumen de sus aguas es infinitamente inferior al del Niágara, pero se precipita de una altura ocho veces mayor. Su voz poderosa reina solitaria y altiva entre las gargantas de la montaña, sin confundirse con el rechinar de las máquinas a vapor o con el crujir de las ruedas de molino.
Bien utilizada, una catarata como la del Niágara animaría las máquinas suficientes para realizar todo el trabajo de una nación.
Detiénese el autor en estudiar la vida intelectual colombiana en el capítulo, en mi concepto, más interesante de su libro, y sobre el cual volveré más adelante. El regreso le da tema para varios capítulos en que se ocupa de Colón, el canal de Panamá, y sobre todo de Nueva York. Y aquí vuelve de nuevo la clásica descripción del Niágara. Tal es en esqueleto el libro de Cané.
Será el momento de prueba; en cuanto a la libertad, formando hoy la base de la concepción humana de la vida, no peligrará la desaparición del modo yanqui. Si un faro hay, persiste aún bajo las bóvedas de Westminster y el egoísmo inglés es su mejor guardián. En el Niágara. La excursión obligada. El palace-car. La compañera de viaje. Costumbres americanas. Una opinión yanqui. Niágara Fall's.
Me parecía imposible que la impresión grabada se desvaneciese ante ninguna otra. El Niágara, por otra parte, con su notoriedad, con su fácil acceso, con la consagración universal de su belleza tiene algo de esos lieux communs de las literaturas clásicas, que, admirados por los hombres de todos los tiempos, concluyen por convertirse en estribillos.
Es como si un español escribiese un libro sobre los Estados Unidos, y sin acordarse de Washington, de Franklin, de Lincoln, de Grant, de Emerson, de Poe, de Edison, de Chaning, de Whittier y de otros muchos ilustres personajes; de sus nobles y hermosas mujeres, de sus grandes ciudades, de sus monumentos, de su riqueza, de su prosperidad, de las bellezas naturales de su territorio, de la anchura del Hudson y del Misisipí, y del salto del Niágara, recordase sólo la abundancia de cerdos que se crían y se matan en Chicago y titulase su libro El país del cerdo.
Había especialmente una circunstancia que me ayudó mucho en la tarea de reanimar y reconstruir la figura del vigoroso soldado que peleó en las fronteras del Canadá, cerca del Niágara, del hombre de energía sencilla y verdadera.
Palabra del Dia
Otros Mirando