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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Verdad es que la montaña todavía nos parece formidable y contemplamos con admiración parecida al espanto sus soberbios picos que atraviesan las nubes en el aire glacial del espacio. Son tan altas estas pirámides nevadas, que nos ocultan la mitad del cielo. Desde abajo, sus precipicios, que la mirada intenta en balde medir, nos causan vértigos.
¡Dichosos aquellos hombres, que escapados por fortuna de la general esclavitud, echaron sobre las cumbres del Uruel la primera raíz de aquel árbol que fragante y pomposo, había de extender su sombra hasta los cristalinos mares de Sicilia y Constantinopla! ¡Preciosa tradición que repite en su murmullo el torrente al precipitarse de lo alto de las nevadas montañas!
Países desconocidos sirven de fondo a estas narraciones y las hacen más originales: las llanuras nevadas de Alaska, país misterioso del oro; las remotas islas del Pacifico, con sus costumbres pintorescas; la vida en el mar durante las travesías peligrosas y audaces.
Yo les pego a todos contestaba Martín, como si esto fuera una razón. ...En la primavera, el camino próximo al río era una delicia. Las hojas nuevas de las hayas comenzaban a verdear, el helecho lanzaba al aire sus enroscados tallos, los manzanos y los perales de las huertas ostentaban sus copas nevadas por la flor y se oían los cantos de las malvices y de los ruiseñores en las enramadas.
Así se juntan unos á otros los carneros para calentarse durante las noches de invierno, Achicándose, ofreciendo poco cuerpo á la tormenta, poca superficie al frío, los enebros de la montaña consiguen conservar su existencia, se le ve aún arrastrarse hacia las nevadas cimas á centenares de metros por encima del abeto más atrevido en el asalto.
El sol comenzaba apenas á producir sobre las crestas nevadas sus primorosas reverberaciones; una ancha faja de nieblas ceñía los cerros vecinos por la mitad, dejando en descubierto las eminencias con sus enormes peñascos de granito, y las bajas colinas, la ciudad y los vallecitos profundos y tortuosos del Jenil, frescos, verdes, floridos, cuajados de molinos y fábricas, de huertos primorosos y de hileras y grupos de álamos blancos y otros árboles enhiestos.
Durante la semana, paseando entre las cajas del taller, manchado de tinta y oliendo a papel húmedo, pensaba nostálgicamente en los cerros cubiertos de pinos, alcornoques y robles, en los matorrales que se abrían ante el hocico de los venados, escapando éstos después con un bufido de alarma, en los grandes espacios de cielo azul, con las cimas nevadas del Guadarrama en el fondo, como una muralla de almenas de plata que brillan al sol.
Luego, la afición al patinaje predominaba sobre sus gustos de cabalgadora, y quería ser cazador alpino, «diablo azul» de los que se deslizan sobre largos patines, con la carabina en la espalda y el alpenstock en la diestra, por las nevadas pendientes de los Vosgos.
Si aquellos guerreros, después de largas luchas con los montañeses, lograron vencerlos en sus guaridas, y llevaron hasta las nevadas crestas los linderos de sus dominios, tuvieron que sufrir luego el ataque de otro invasor, y la frontera que habían dado á sus posesiones se pierde en la inmensa extensión de un imperio poderoso.
Las diferentes regiones pueden dividirse en cuatro zonas: las tierras calientes o bajas; las tierras templadas; las tierras frías, o sea la meseta fértil de Quito; y las tierras nevadas, que comprenden los Andes coronados de nieve.
Palabra del Dia
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