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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Y si el mundo, si los necios vetustenses, y su madre y el obispo y el papa, preguntaban ¿por qué? él respondía a gritos, desde el púlpito si hacía falta: Idiotas ¿que, por qué mato?
No propuso la comparecencia de nuevos delincuentes, pero hizo repetidas veces la grave declaración de que eran todos, ¡todos! unos necios y unos antipáticos. Pasada aquella nube sombría, volvió el regocijo a la mesa. Visita comía con apetito, pero no le imposibilitaba de charlar y reír prodigiosamente. Su marido la ayudaba lindamente en todo ello.
El conde por su parte, dirigiose al otro extremo de la avenida en donde le aguardaba su carruaje, y al tiempo de montar en él murmuró: A fe mía, bien puede afirmarse que la generación llamada a suceder a la nuestra, es una generación de necios o de dementes.
Díganme, hermanos, si no hice bien en querer saberlo todo, y ver de dónde venía el agua. Fortuna no más, fortuna dijo Pablo. La fortuna es ciega, y favorece a los necios. Hermanito dijo Pedro, con orejas o desorejado creo que está muy bien lo que has hecho, y quisiera que llegara aquí papá para que te viese. Y Meñique se llevó a dormir a camas buenas a sus dos hermanos, a Pedro y a Pablo.
«Después de todo, era una tontería haber dado aquel desaire a la Marquesa, estando decidida a no comulgar al día siguiente. Pero, ¿y por qué no había de comulgar? ¿Era ella una beata con escrúpulos necios? ¿Qué tenía que echarse en cara? ¿En qué había faltado?
Los últimos yerran, sin embargo, cuando, en vez de llenar dignamente el vacío de su repertorio, lisonjean la propensión de un populacho ignorante á recrearse con necios pasatiempos, propinándole novedades tan áridas como deplorables.
Ríase usted de mí, si quiere; pero sepa que cuando veo a alguna persona que tiene la posibilidad de sacrificar algo, de arrancarse algo que duele, le tengo envidia... Sí; yo envidio a los malos, porque envidio la ocasión, que me falta, de romper y tirar un mundo, y les miro y les digo: 'Necios, tenéis en la mano la facultad del sacrificio y no la aprovecháis...».
Aunque el conde de Lemos no os ama, porque los necios no aman á nadie más que á sí mismos, tiene orgullo; y como el que seáis vos mi amante sólo le da deshonra á secas, es natural que la tome por alto; por embargarme os habéis valido de gentes en las cuales un secreto no está más seguro que un doblón en medio de la calle... Sabrán... Que se sepa. ¿Pero estáis loca?
Era una presa que le disputaban, pero que acabaría de devorar él solo. ¡Qué! ¿También aquel mezquino imperio habían de arrancarle? No, era suyo. Lo había ganado en buena lid. ¿Para qué eran necios?
No desaprovechó, pues, ocasión alguna favorable de esgrimir su sátira contra los cultos, parodiando en sus comedias sus ininteligibles galimatías por medio de necios petimetres. Hasta en sus composiciones más ligeras se encuentran muchos versos burlescos contra la nueva secta, como, por ejemplo, el soneto, en estilo culto, que concluye así: «¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?
Palabra del Dia
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