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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Don Eugenio, saludaba al paso aquellas caras que veía todas las tardes, sin interrumpir por esto la conversación. Juanito le oía con la deferencia y el respeto que inspiran ochenta años. En una palabra, muchacho: que yo no puedo sufrir esta clase de vida. Serán para algunos escrúpulos necios, pero ¿qué quieres?

Después de leerla y de releerla, figurándome que no he ofendido a nadie, y que a nadie retrato en ella, e inclinándome casi a creer que por ésta no tendré ningún desafío, aunque necios conozco yo para todo, trasládola a la consideración de los que tienen apego a la vida.

Toda su resignación aparente era por dentro un pesimismo invencible: se había convencido de que estaba condenada a vivir entre necios; creía en la fuerza superior de la estupidez general; ella tenía razón contra todos, pero estaba debajo, era la vencida.

Después, casi siempre, había tenido grandes contrariedades en la vida, pero ya despreciaba su memoria; una porción de necios se habían conjurado contra ella; todo aquello le repugnaba recordarlo; pero su pena de niña, la injusticia de acostarla sin sueño, sin cuentos, sin caricias, sin luz, la sublevaba todavía y le inspiraba una dulcísima lástima de misma.

Pero no adopté el medio vulgar de darme un pistoletazo, de suspenderme, de sumergirme, de darme de puñaladas o de beber ácido prúsico. Tales medios no los adoptan más que los desesperados de mal género. Los que temen a los acreedores. Los que han sido bastante necios para referir su existencia a la posesión de una mujer. Los etcétera, etcétera.

Doña Teresa Burguillos, feliz consorte del barbero, era un poco torpe para la pronunciación de los nombres propios, y solía llamar Aldaba al amigo y comilitón de su esposo. Era Curro Aldama ó Aldaba exaltado fontanista, de crasa ignorancia, y con aquella osadía que acompaña siempre á los necios. Se la echaba de gran patriota, y no sonaba cencerro en Madrid sin que él tomara parte en la danza.

Al piè de treinta dias anduvieron, Al cabo del cual tiempo han acordado Volverse primero ya salido Habian, por pagar su merecido. Los nécios, pues, traian confianza, De conseguir perdon de su delito: En vano les saliera su esperanza, Qué voz horrenda suena y crudo grito.

De esta intolerancia ha nacido, sin duda, la invención de las formalidades civiles y canónicas, pues en el Paraíso no hubo bendición ni juez municipal. ¡Cuán sabio y generoso es Dios! ¡Cuán mezquinos los hombres! Sobre todo, ¡cuán necios!

No han adelantado más posteriormente otros sabios en dar estas definiciones. Stuard Mill desiste de definir lo que es riqueza, y dice que basta que en la práctica lo entendamos, con lo cual sigue adelante. Bastiat se enreda en sus Armonías con otros economistas rivales, y trata de probarles que son unos ignorantes o unos necios que desconocen lo que es el valor.

Á Dios gracias logro escaparme de aquel nuevo Pandemonio. Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos á mi alrededor.

Palabra del Dia

hociquea

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