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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Abajo, en torno a la villa y prolongándose por todo el valle hasta el mar invisible, estaban los huertos de naranjos. La primavera estallaba sobre este suelo feliz con una explosión de colores y perfumes.

Gigantescos naranjos seculares, cuajados de rojas naranjas, sombreaban la especie de atrio ó compás en que habíamos entrado. Sus ramas subían hasta los arcos de un elegante mirador que teníamos enfrente y que sirve de fachada al único piso alto de un modesto aunque decoroso edificio.

, soy ya una sombra; pero, yo sombra, me rio aun de los que para afrentarme pusieron sobre mi cabeza la ceniza de mis monumentos y la de los hijos que perdí en la hoguera. ¿Quién podrá quitarme ese horizonte azul, mi cielo de oro? ¿quién mis colinas cubiertas de naranjos, mis paseos ocultos bajo las copas de los álamos? Esta esclava es aun reina á pesar de sus contrarios.

Restauradas las fuerzas, la alegría se desbordaba de aquellas almas. «Ya no me marean los algarrobos decía Jacinta ; bailad, bailad. ¡Mira qué casas, qué emparrados! Y aquello, ¿qué es?, naranjos. ¡Cómo huelen!».

Se replegaba por educación, huía de él porque este es el deber de una joven cristiana y bien educada; escapaba como una cabrita con graciosos saltos por entre las filas de naranjos, y el señor diputado salía detrás a todo galope con las narices palpitantes y los ojos ardorosos. ¡Que te coge, Remedios! gritaba la mamá, riendo. ¡Corre; que te coge!

Y mientras tanto el cielo, llorando incesantemente por sus innumerables ojos; el río hinchándose de rugiente cólera, lamiendo con sus lenguas rojas la entrada de las calles bajas, asomábase a los huertos de las orillas y penetraba por entre los naranjos, después de abrir agujeros en los setos y en las tapias. La única preocupación era si llovería al mismo tiempo en las montañas de Cuenca.

Penetrado el rey de la dificultad, promovióse un acuerdo para que la Capilla Real se hiciese en otro sitio; mas tambien para esto surgieron luego inconvenientes. Convino entonces S. M. en que se edificase en el patio de los Naranjos, segun habia ya antes propuesto el Dr.

Algunas tardes doña Bernarda llevaba los chicos a sus huertos o a las ricas fincas del padre de Remedios. Había que ver con qué aire de bondad vigilaba a la joven pareja, gritando alarmada si en sus correrías permanecían algunos minutos ocultos tras los naranjos.

Ora se pone uno á vagar, soñando y recordando mil historias, bajo la sombra espesa de los bosquecillos de naranjos, limoneros y granados, donde se siente la embriaguez deliciosa que producen el azahar y el jazmin, la albahaca y las rosas en profusion.

Los naranjos, más altos y espaciados allí que en Blidah, llegaban hasta el camino, solamente separado del huerto por un seto vivo y una zanja. El mar, el inmenso mar azul, extendía su vasta planicie inmediatamente después del huerto. ¡Qué buenas horas he pasado en ese jardín! Por cima de mi cabeza, los naranjos florecidos y con fruto quemaban los aromas de sus esencias.

Palabra del Dia

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