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Actualizado: 15 de junio de 2025
Según los historiadores, cuando regresó el rey René de Anjou de su desventurada expedición de Nápoles en 1442 entre los obsequios que recibió al detenerse en Florencia, fué el de una leona que estimó mucho, porque era, aficionado á las bestias raras .
Los galeones fueron siempre disparando artillería á las galeras que los seguían, haciéndolas estar bien largas dellos, sin perder de hacer su camino. Perdiéronse nuestras galeras tan ruinmente, que entre todas sólo dos ó tres pelearon. La Mendoza de Nápoles quedó sin gente: toda murió combatiendo.
Schack, después de regresar á Italia, y mientras el príncipe de Hohenlohe se encaminaba á Alemania, residió algún tiempo en Nápoles, y después en Roma, convertida en república bajo la presidencia de Mazzini.
Es muy largo de contar, e ignoro si mis fuerzas bastarán. Pero cuando tenga necesidad de descanso, lo diré... e interrumpiré mi relato. Y haciendo que los dos jóvenes se sentaran junto a ella, la Condesa comenzó en esta forma: «Mi hermana y yo nacimos en el reino de Nápoles, que en aquel tiempo era una provincia de España.
Buscó la justicia a los homicidas, diose por vencida no hallándolos, y mediando los ruegos y las dádivas de Francisco de Rivalta, se echó tierra sobre los muertos, y con ellos se enterró para mi madre el secreto de la muerte de su esposo, a quien en Nápoles creía.
Tanto puede el tenaz recuerdo de la tierra donde se ha nacido aun en aquellos que menos lo imaginan. Nada escribe Pacheco sobre si en Nápoles trabó su yerno amistad con Ribera.
Esta ciudad es Napoles la ilustre, Que yo pisé sus ruas mas de un año: De Italia gloria, y aun del mundo lustre, Pues de quantas ciudades él encierra, Ninguna puede haver que asi le ilustre. Apacible en la paz, dura en la guerra, Madre de la abundancia y la nobleza, De Eliseos campos, y agradable sierra;
«¡Ah, no!...» Freya dió un salto hacia la puerta. Ella no podría comer al lado de este mueble inmundo, por el que había pasado lo peor de Nápoles. «¡Ah, no! ¡Qué asco!» Ulises estaba junto á la puerta, temiendo que los descubrimientos de Freya fuesen más allá, tapando con su espalda aquel cerrojo que era el orgullo del camarero.
Sí por cierto; aquí le doy mesa y lecho; pero no para un momento; anda en ciertas diligencias del duque de Osuna, y concluidas que sean, marcha á Nápoles. Por lo mismo, es necesario que os apresuréis á atraérosle. ¿Y está por acaso en casa? No por cierto. ¿Pero vendrá? Vendrá indudablemente á la tarde. A la tarde vendré yo.
Castillo refiere que se perdieron en el combate 19 galeras, á saber: 4 de Juan Andrea Doria, 5 de Nápoles, 2 de Sicilia, una de Mónaco, 2 del Papa, una del Marqués de Terranova, 2 de Florencia, una de Antonio Doria y una de Mario.
Palabra del Dia
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