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Actualizado: 2 de junio de 2025
La Tribuna, viendo y oyendo que sus dispersas huestes se rehacían, comenzó a animarlas y a exhortarlas, a fin de que no sufriesen otra vez tan humillante derrota. Ya las que habían sido arrojadas por los soldados, al contacto de la resuelta muchedumbre, recobraron los ánimos decaídos, y enseñaban el puño a la muralla profiriendo invectivas.
Por último, tocaron a las ocho de la mañana en las primeras casas de los arrabales de... Los habitantes de la capital habían tenido noticia del repentino golpe que su gobernador militar había dado a los carlistas de Nieva, y una gran muchedumbre, reunida en las calles, esperaba impacientemente para ver desfilar a los presos.
Llama á las ovejas y les dice: «Con el calor que se ha entrado, señoras, para nada necesitáis esos gabanes de invierno.» ¡Es admirable el equipo de la muchedumbre pecuaria!
Cuando Gallardo saltó de nuevo a la arena al sonar las trompetas y timbales que anunciaban la última suerte, la muchedumbre se agitó con zumbido de emoción. Este matador era el suyo. Iba a verse lo bueno.
Con esto se excluyen una muchedumbre de figuras irregulares, y encontramos la regularidad geométrica brotando en cierto modo una idea metafísica. Se infiere de lo dicho que un cuerpo con ángulos entrantes, existiendo solo, es un absurdo.
Se empujaba la muchedumbre, guardando en sus encuentros una buena educación inalterable.
Ahora, las chicuelas que vendían sin licencia corrían perseguidas hacia la calle de San Fernando, y otra vez el rebaño de la miseria, greñudo, sucio, con las ropas caídas, pasó azorado y veloz con triste chancleteo, arrollándolo todo, mostrando la palidez del hambre a la muchedumbre glotona y feliz. Doña Manuela dio sus órdenes. Podían regresar los dos a casa y volver Nelet con la espuerta vacía.
Pero, llevado en volandas por el rebullir continuo de la muchedumbre, fué a dar sobre el levitón de don Raimundo, en éxtasis ante la pirámide de billetes de la sala contigua. Usted dispense tartamudeó el muchacho aterrado.
En los dramas en que la muchedumbre llega rugiendo a las puertas del palacio y amenaza saquearlo, nadie como él para hacer mucho ruido con poca gente; una docena de comparsas le bastaban para poner en sobresalto a la familia real; a uno le hacía gritar continuamente ¡esto no se puede sufrir!, a otro le mandaba exclamar sin punto de reposo, ¡mueran los tiranos!, a otro, ¡abajo las cadenas!, etc., etc., todo en un crescendo perfectamente ejecutado, que infundía pavor no sólo en el corazón del tirano sino en el de todos los que se interesaban por su suerte.
¡Es posible! decía con los ojos fijos sobre una robusta joven que, mezclada con la curiosa muchedumbre, había abierto un momento su capa de seda negra, haciéndole un signo expresivo . ¡Blasillo, Blasillo aquí!
Palabra del Dia
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