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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Y como a mí nada me cuesta dar gusto, me mostré asombrado. «Pero señora, ese hombre es Leonardo: el gran Leonardo de Vinci». Y mis palabras han tenido un éxito loco, pues cuando el doctor Zurita y otros argentinos socarrones se burlan del abate y dicen que es un vivo que va a Buenos Aires en busca de plata, las damas de su familia se indignan y me sacan a colación como argumento decisivo: «Es Leonardo, el que pintó La Cena: Leonardo de Vinci.
El Rey comía con apetito, Tarlein moderadamente y Sarto con voracidad. Yo me mostré buen comedor, como lo he sido siempre, y el Rey lo notó, sin ocultar su aprobación. Nosotros, los Elsberg, nos portamos siempre bien en la mesa, observó. Pero ¿qué es esto? ¿Estamos comiendo en seco? ¡Vino, José! Eso de engullir sin beber se queda para los animales. ¡Pronto, pronto!
Procuré dominarme, me decidí, aun a trueque de que Gabriela me creyera descortés, a huir de ella, y me mostré durante varios días desabrido y huraño. Me pasaba yo en el escritorio las horas de descanso, fingiendo ocupaciones extraordinarias, o me iba yo, como escapado, a vagar por la llanura o a tenderme en la hierba, bajo los árboles del río.
Los sabios consejos de mi confesor, a quien, dominando el rubor que encendía y quemaba mi rostro, mostré la herida de mi alma para que la curase, y el bálsamo de nuestra santa religión que él vertió en la herida, me prestaron aliento y brío para desbaratar las cadenas en que me tuviste aprisionada, para apartarte de mí y para tomar luego la determinación que he tomado.
»Sucedió, pues, que, así como yo me mostré y mis compañeros, todos los demás escondidos que nos vieron se vinieron llegando a nosotros. Esto era ya a tiempo que la ciudad estaba ya cerrada, y por toda aquella campaña ninguna persona parecía. Como estuvimos juntos, dudamos si sería mejor ir primero por Zoraida, o rendir primero a los moros bagarinos que bogaban el remo en la barca.
A todo ello accedí de buen grado, y me mostré en el resto de la conferencia, que duró hasta cerca de las once, amable, generoso y de una flexibilidad que no quiero decir en qué rayaba. Salí de la casa en extremo satisfecho. Don Oscar me despidió con gravedad cortés a la puerta.
Palabra del Dia
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