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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Bajo sus pies morían á miles las flores y los insectos; cada una de sus huellas era un cementerio vegetal y animal.
Y escribían a Zakunine: «¿Mientras «nosotros estamos aquí dispuestos a rendir la vida, mientras no esperamos más que una palabra, tú nos abandonas? ¿Acaso se te agotó el valor en Cronstadt? ¡Y eso que allí no arriesgaste gran cosa! ¡Estabas lejos, bien seguro, mientras que aquí otros morían!...»
Don Marcelo, que había considerado siempre con indiferencia á la religión, reconoció de pronto la necesidad de la fe. Quiso orar como los otros, con un rezo de intención vaga, indeterminada, comprendiendo en él á todos los seres que luchaban y morían por una tierra que él no había sabido defender.
Tenía a papá y a Gabriel con quien vivir siempre. Si ellos se me morían, podía entrar en un convento: el de las Carmelitas, en que está la tía Dolores, me gustaba mucho. En fin, no he tenido culpa ninguna del disgusto de Rita.
De minuto en minuto caían al suelo o al mar multitud de hombres llenos de vida; las blasfemias de los combatientes se mezclaban a los lamentos de los heridos, de tal modo que no era posible distinguir si insultaban a Dios los que morían, o le llamaban con angustia los que luchaban.
Luego escupía un gusano, una piedra, una culebra pequeña ó una araña. Era la enfermedad que acababa de sacarles del cuerpo.... Algunos se morían; pero era porque les faltaba paciencia para esperar la curación y llamaban al médico. El mejor de sus secretos insinuaba Jaramillo es el que cura la mordedura de las víboras. Me lo reveló poco antes de morir.
El telescopio llegaba a alcanzar mundos tan remotos, que el rayo de luz llegaba hasta la lente después de un viaje de tres mil años. Y todos estos mundos incontables nacían, se transformaban y morían como los seres. En el espacio no había reposo, lo mismo que en la tierra. Unas estrellas se apagaban, otras brillaban macilentas, otras lucían con el estallido de vida de la juventud.
Discurriendo medios de entretenerse, Baltasar trajo a Amparo alguna novela para que se la leyese en voz alta; pero era tan fácil en llorar la pitillera así que los héroes se morían de amor o de otra enfermedad por el estilo, que convencido el mancebo de que se ponía tonta, suprimió los libros.
No finjo santidad ni hipocresía, Que sè soy pecador desconocido: Mas digo que en el tiempo que tenía La muerte al ojo, siendo muy sabido, Que de hambre morian cada dia, En la parte que arriba he referido, Tenia la conciencia tan medida, Cual nunca jamas tuve yo en mi vida.
Los judaizantes en vez de amedrentar con el ejemplo de su muerte, hacian otros nuevos; porque muchos hombres al ver la constancia i el valor con que aquellos desdichados sufrian el espantosisimo suplicio de la hoguera, se persuadian que Dios les ponia aliento en los corazones en aquel tan amargo trance, i que recibiendo este favor del cielo, era cosa indudable que morian por la verdad.
Palabra del Dia
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