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Actualizado: 25 de noviembre de 2025
A cada paso corta la monotonía de las hileras de chopos y negrillos algún accidente pintoresco: ya un lavadero, ya una casita que remoja los pies en el río, ya una presa, ya un molino, ya una charca de patos. El molino, en particular, parecía dispuesto por un pintor efectista para algún lienzo de naturaleza perfeccionada.
Otra vez, ¿dónde está mi Tequendama? El volumen de sus aguas es infinitamente inferior al del Niágara, pero se precipita de una altura ocho veces mayor. Su voz poderosa reina solitaria y altiva entre las gargantas de la montaña, sin confundirse con el rechinar de las máquinas a vapor o con el crujir de las ruedas de molino.
¿Al molino? ¡Jamás! exclama el joven, levantándose con un resplandor inquieto, de deseo y de angustia, en los ojos. ¿Y te he de decir adiós aquí... aquí... en este lugar inmundo?... ¡adiós para toda la vida!... No puede menos de ser así dice Juan, bajando la cabeza. Y Martín vuelve a su idea y murmura: ¡Es la expiación!
»Un molino harinero de viento, situado en el valle del Ródano, en la Provenza, sobre una ladera poblada de pinos y carrascas; cuyo molino está abandonado desde hace más de veinte años e inservible para la molienda a causa de las vides silvestres, musgos, romeros y otras hierbas parásitas que ascienden por él hasta las aspas.
D. Agustin Fabre, se dijo: Que se conformaba con el voto del Sr. D. Pedro Andres García. Por el Sr. D. Joaquin Belgrano, se dijo: Que se conformaba con el voto del Sr. D. Pedro Andres García, debiendo tenerlo decisivo el caballero Síndico Procurador general. Por el Sr. D. Julian del Molino Torres, se dijo: Que se conformaba con el voto del Sr. D. Manuel José de Reyes. Por el Sr.
Ha sido casi necesario emplear la fuerza para sacarlo de su retiro. Con paso torpe ha salido tambaleándose del molino. Ha encontrado a su mujer acurrucada en un rincón, con las mejillas pálidas y la mirada temerosa.
Tenía un alambique que andaba durante cuatro meses, y le dijo que tenía dos que andaban todo el año, y con frecuencia de día y de noche. Tenía un molino aceitero con una prensa hidráulica, y le aseguró que tenía tres con otras tantas prensas. Había cogido cinco mil arrobas de vino, y le dijo que había cogido doce mil.
El castellano del Real Felipe, que no tragaba rueda, de molino ni se asustaba con duendes ni demonios coronados, dióse a cavilar en los fantasmas, y entre ceja y ceja se le encajó la idea de que aquello trascendía de a legua a embuchado revolucionario.
La señaló además para evitar murmuraciones y escándalo, porque ella había oído decir a un predicador que, según el Evangelio, no hay nada tan malo como el escándalo, y que a los escandalosos es menester arrojarlos al mar con una piedra de molino atada al pescuezo.
Naturalmente responde Martín haciendo una mueca. Se diría que la sola idea de que David pudiese faltar del molino lo ha llenado de terror. Juan se echa a reír: ¿Dónde está, pues, ese pícaro viejo? ¡David! ¡David! Y la voz potente de Martín resuena a través de la sala, dominando el ruido de las ruedas.
Palabra del Dia
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