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Actualizado: 2 de junio de 2025


Y aconteció, que a la otra mañana encontraron sin sentido en la plaza, molido y casi descoyuntado, rota la espada, rasgado el traje y entre si se va si se viene, al señor Gaspar de Valcárcel, sin que nadie supiese, ni él lo dijo, quién de tal manera ni por qué causa le había malparado.

Las ocho de la mañana serían ya bien sonadas cuando el señorito Octavio abrió los párpados despegándose del sueño febril que le embargara desde el amanecer. Muy lejos de concederle descanso y reparar sus gastadas fuerzas, le dejó más inquieto y molido que nunca: las mejillas pálidas; un círculo oscuro, amoratado en torno de los ojos.

Sabido es que don Quijote, luego de molido por el mozo de mulas de los mercaderes, "se acordó del moro Abindarráez, cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo a su alcaidía.

Quedó el pobre molido, y jadeando, y trasudando, sin poder imaginar qué fue lo que sucedido le había.

19 Todos los vasos del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce. 20 Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas, claro, molido, para la luminaria, para hacer arder continuamente las lámparas.

Con éstas y otras cosas nos anocheció en Chiclana, y mi amo, atrozmente quebrantado y molido a causa del movimiento del fementido calesín, se quedó en dicho pueblo, mientras los demás siguieron, deseosos de llegar a Cádiz en la misma noche.

SARDINAS REBOZADAS. Después de limpias se dejan abiertas y se rebozan con harina y huevo o con pan molido, huevo y pan otra vez. SARDINAS CON TOMATE. Limpias y preparadas como las anteriores, se ponen por capas, una de sardinas, otra de tomate, hecho con perejil y cebolla, cociendo a fuego muy lento.

Despáchelos a todos uno por uno, lo mejor que pude, y acosté a mi tío, que aunque no tenía zorra, tenía raposa; y yo acomódeme sobre mis vestidos y algunas ropas de los que Dios tenga, que estaban por allí. Pasamos desta manera la noche, y a la mañana traté con mi tío de reconocer mi hacienda y cobralla. Despertó diciendo que estaba molido, y que no sabía de qué.

-De decir -dijo el molido caballero don Quijote- que no sabré poner término a esos días. Mas yo me tengo la culpa de todo, que no había de poner mano a la espada contra hombres que no fuesen armados caballeros como yo; y así, creo que, en pena de haber pasado las leyes de la caballería, ha permitido el dios de las batallas que se me diese este castigo.

¡Bien está vuesa merced en la cuenta! -respondió don Quijote-. Bien parece que no sabe las entradas y salidas de los impresores, y las correspondencias que hay de unos a otros; yo le prometo que, cuando se vea cargado de dos mil cuerpos de libros, vea tan molido su cuerpo, que se espante, y más si el libro es un poco avieso y no nada picante.

Palabra del Dia

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